Desprendido

Devenir, ser, movimiento. Fluir del agua vital. Viento eterno u olas imperecederas. El desprendido que camina por las urbes que apestan. No lo aprendió de los libros. No lo vio en la pantalla. No lo escuchó de la sabia palabra docente. Simplemente lo hizo y se transformó.
El desprendido de las manos sucias. El de corazón noble y de sonrisas amplias. El errante de incierto vivir y calmo pensar. El de las molestias inexistentes, el de las manos abiertas y los pies fuertes. El de la reflexión y el silencio.
En su interior el viento fluye con más fuerza y toma tonalidades. Hace del agua un torrente casi tan intenso como su sangre. Toma la libertad y la suelta de sus manos. Nunca oprime, siempre otorga. Es un grano de la arena. Una pizca de viento. Una gota de agua. Es tan hijo de los movimientos cósmicos que hasta camufla su cuerpo con la luz del sol.
Es una mirada inmaterial. Una pública afrenta incomprendida. Es una mochila en la espalda colmada de sueños y ficciones. Es el fluir del agua que nunca baña dos veces las mismas plantas. Es la espuma marina que homologa sus genes con la dureza del metal. Es la agonía y la vida. El azar y el orden. La verdad y la mentira. Es el movimiento intrínseco de cualquier individualidad.

Entradas populares de este blog

Banda sin nombre. Una historia de ciudad

Reseña del libro 'Lo Real' de Andrés Ibáñez (2023)

Así empieza

El origen de la herida

Un matiz