Los pasos de mi engendro

No mucho con ella estuve y hoy debo saber qué hacer. No acompaño sus pasos como el jefe de la manada. No con ella siempre estoy. No vi su cuerpo crecer durante largas lunas. Y hoy debo resolver el tiempo. Con ella caminar como si siempre lo hubiese hecho. Resolver su adolescencia, resolver su juventud, resolver mi ausencia, resolver mi lejanía y su amor al ideario de toda niña que crece a pasos agigantados.
Ella quiere crecer a pasos agigantados. Caminar como dinosaurio sobre la luna, recorrer su vida en dos pasos y las de muchos en pocos más. Ella quiere feliz ser, quiere subir su cuerpo a la cresta de las olas y deslizar sus sueños bajo la mirada de su gestor.
No hay camino que no pueda ni quiera recorrer. Pero imploro conocimiento. Soy ignorante de entero cuerpo cuando su sonrisa entre en mi alma y cuando su voz acaricia mis oídos. Soy un ave de inestable volar cuando sus ojos brillan por mis actos. Y cuando mi cuerpo brilla por su ausencia.
Es mi engendro demonio más bella que el mismo sol. Mi pequeña inmortal de cuerpo delgado y sueños vertiginosos. Ella la que quiera explotar a los mundos que la reprimen, la que busca cuanto interés en su mente se gesta. Ella que quiere dar una vuelta en el planeta a más velocidad que el viento de las montañas.
Y he aquí que tiemblo con todos mis huesos. De empatía no carezco. De amor sobro. De inteligencia han dicho que soy bueno. Y de su aprobación me esmero. Y es que mi ausencia me mata. Me desfigura el rostro en las noches y las mañanas. Cuántas lunas sin proteger su sueño y yo corriendo. Cuántos veranos sin sus pies descalzos y yo soñando. Cuántas estrellas pasaron y a ninguna me subí. Y es que si libre fui también me vestí de inconciente. También asumí el dolor escondido y la vergüenza solapada. La detención corporal y psíquica de los años en vano por las aulas de la pseudo-conciencia y la pseudo-libertad.
Mi engendro porta mi energía de pendejo. Lleva mis manos, mis piernas, mi libido y mi cabeza. Tiene el mentón de su abuelo y la popularidad de su madre. Tiene un corazón ávido de príncipes y una piel que busca explorar. Tiene espalda para mochilas y una voluntad más grande que la mía.
Mi engendro quiere crecer. Mi bebé quiere no serlo más. Quiere un padre solvente y mundos que recorrer.

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