Paso Primero

Necesito volver, necesito volver, volver, necesito volver. Volver como partículas de energía. Necesito volver como el abono. Necesito morir como una generación. Y llegar a ser un hijo de fuerte entrecejo.
Debo volver a la ruta de los jardines. Ya no tanto de alegría como de seriedad. Necesito posar los sedimentos certeros sobre los sueños fundamentales que nacieron de sonrisas y latidos.
Debo volver por promesa esencial. Por protección eterna. Por una naturalidad vital a riesgo de prestigio.
Debo volver por el hacer de la energía brotada del naso infecto. Por la nómina centuria, la que indica la pérdida del alma. Debo volver por respirar. Por no experimentar escenas de una vida completa que aún está con vida.
Debo recordar. Quiero recordar. No encuentro mi memoria de deseos. Mi sueñósfera –como Gaia diría-. Mi guía genuina. El cimento de mi existencia.
Debo volver por los paisajes a bordo del tren de los recuerdos. Debo por los ojos de alegre lagrimar, encontrar mi profunda inhalación.
Debo volver porque necesitarlo parece exacto. Claro y simple como el agua. Tanto así que permite volver a brillar.
Debo volver por un destello intermitente. Por un flash gradual que vuelve a unir lo puro y lo esencial. Por la capucha que determina y define los colores.
Porque volver me lleva a pensar que siempre vuelvo cuando problemas tengo.
Y eso es promesa esencial. Que si algo me ataca me defiendo. Y hoy me ataca mi vida. Y es por eso que debo volver.
Volver a como fui un día.
Y debo volver en nombre de mi vida.
En este camino esperanzado de retorno. De esperada realidad de retorno, mas no de retroceso, recuerdo que de niño moví los brazos cuando feliz no me encuentro.

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