Tengo un hada de mi lado
Hoy me fui de palabras mágicas con la portadora de la magia hecha hermosura y bellas letras. El hada de la madriguera me habló y me dijo de sí. De sus rutinas y deseos y confesiones. Y mi corazón se aprieta al rememorar sus letras que yo re-construyo con forma de voz, de voz dulce, suave y profunda. Una voz que nace del estómago y habla en su paso por la mente y el corazón. No ha de imaginar aquella hada los polvos de magia que siembra en cada letra que mis ojos han de ver. En cada piedra que incluye en el rumbo a los mundos nuevos y los planetas nuevos. Sus pensamientos son semilla estelar y cósmica. Una inteligencia natural que no conmensura su valor, una honestidad de magia que toma forma de bella y hermosa danza humana.
Soy un afortunado, un suertudo, un mendigo de los caminos arenosos que a su paso se topa con los colores del universo y con la mente loca y amplia de la madriguera feliz que cambia los rumbos de las personas y voltea la cabeza de los normales. Y su magia la lleva a sentirse una caminante más del mar de los humanos. Cuando en ese paso indiferente y sencillo no advierte que su estela deja tras de sí los jardines aún más verdes y las aguas aún más claras. Y mis ojos más brillantes y mi mente aún más extraña.
Y lo cierto es que sólo por su mente he viajado y he encontrado rumbos que cruzan mis propios caminos. He de aprender de las miradas en una posada donde un helado compartimos, porque en los senderos solitarios no siempre tenemos la suerte de ver crecer a las flores y que éstas nos hablen.
La fantasía coquetea con su corazón gigante y advierte ella cierto dejo de vientos más cálidos que han de posarse sobre su rostro. Y es mi deseo de viajero que su boca dibuje una sonrisa eterna, porque así dejan sus letras. Así dibuja ella con sus manos talentosas que diseñan y grafican lo sueños que soñamos.
La fantasía se dirige a la fuente de las fantasías. No ha de ser otro el camino de los anormales, incomprendidos y extraños extraterrestres. Que el hada vuele alto. Que de otras montañas estaremos otros aplaudiendo su propio vuelo. Y agradecidos por sus letras… Que ojalá nunca terminen.
Soy un afortunado, un suertudo, un mendigo de los caminos arenosos que a su paso se topa con los colores del universo y con la mente loca y amplia de la madriguera feliz que cambia los rumbos de las personas y voltea la cabeza de los normales. Y su magia la lleva a sentirse una caminante más del mar de los humanos. Cuando en ese paso indiferente y sencillo no advierte que su estela deja tras de sí los jardines aún más verdes y las aguas aún más claras. Y mis ojos más brillantes y mi mente aún más extraña.
Y lo cierto es que sólo por su mente he viajado y he encontrado rumbos que cruzan mis propios caminos. He de aprender de las miradas en una posada donde un helado compartimos, porque en los senderos solitarios no siempre tenemos la suerte de ver crecer a las flores y que éstas nos hablen.
La fantasía coquetea con su corazón gigante y advierte ella cierto dejo de vientos más cálidos que han de posarse sobre su rostro. Y es mi deseo de viajero que su boca dibuje una sonrisa eterna, porque así dejan sus letras. Así dibuja ella con sus manos talentosas que diseñan y grafican lo sueños que soñamos.
La fantasía se dirige a la fuente de las fantasías. No ha de ser otro el camino de los anormales, incomprendidos y extraños extraterrestres. Que el hada vuele alto. Que de otras montañas estaremos otros aplaudiendo su propio vuelo. Y agradecidos por sus letras… Que ojalá nunca terminen.