Neblina roja y húmeda densidad


No se puede ver mucho a través de la neblina vestida de ira. No puedes ver el punto de mira y el objetivo de tus ojos. Sólo sabes que la pasión llevará esa lanza donde tú quieres que aterrice. Pero nada te hace infalible e inmune al desprecio del azar. Son burbujas que bullen en la sangre y desde ella despliegan calor y humedad. Hierve el líquido y su vapor es energía que brota llevando consigo los residuos de la ansiedad y la irreverencia. Es defensa y entrega. Es lucha con banderas de antepasados y con insignias que no se pueden sacar. Por eso te lo debes preguntar con la calma y por eso también puedes errar. Es real y nada lo cuestiona. Es correr luego de un encierro. Es ver el sol luego de una vida bajo las sombras y las paredes angostas.
No exenta de preguntas ni liberada de explicar-se. La pasión fluye y desequilibra todo contenido interno. Puede transformar la sonrisa en un arma y la decencia en un monstruo. Pero no por eso ha de quedarse quieta tras la ventana viendo como roban su comida. Debe salir por ella y morir por ser escuchada y atendida. Sólo así podrá ser insultada y amada. Enjuiciada e idolatrada. Respetada en sí misma, sólo por la simpleza de ser y de habitar. No se han de rechazar los escombros ni las manchas que se pegan en las camisas y los pantalones. Toda naturaleza sangra y hiere. Pero es más feliz si muere con dignidad.
Otra cosa es el juego de sinapsis que construyen imágenes sobre un formato de telas ya cortadas. Esa la moral. Aquella rota y tapizada entre pegamentos y sedas. Ella es distinta, pero parte de la misma piel reseca de pensar. Hace uso de sus derechos y del tiempo en sus palestras. No saca su vista de la rendija acusadora, menos su dedo de los deseos de la masa. Se presenta y se expone. Se posiciona y reluce su historia, su alegría y su maldad. Enferma los depósitos carnosos, huesudos y grises de los sueños, pero también da a ellos la posibilidad de transformar-se, de cambiar. Por eso es también escuchada y temida. A veces valorada y en otras tachada de inmoral. Es también real. Odiosamente real y tendenciosamente reproducida.
Si llega el sol cerca del mar luego de haberse movido la tierra, entonces que aparezca mientras se recuerda con sonrisas. Ya sin adjetivos ni símbolos, menos con imágenes recortadas. Sólo recordar y sonreír de verdad. Así como cuando las estrellas no piensan. Así como cuando se hielan las manos luego de avanzar por las costaneras rodeadas de neblina. Más real que el sol de las alturas, allá sobre el nivel del mar. Tan real como los rayos de calor que marchitan la espalda y ciegan los ojos de las escamas alienígenas.

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