Vértebras de frío


Echo de menos el sol, el calor que obsequia al relajo sobre la arena luego de sufrir el miedo de avanzar bajo una ola. La piel porosa, húmeda y fría. Abriéndose a los rayos como las flores al amanecer. Tomando del sol más que su luz, su energía y su valentía. Porque luego de tragar el mar por tus oídos, eres un valiente de esta tierra y así el cielo te lo hace saber.
El pelo bajo, los pies temblando y el estómago endurecido. Así transitas por la arena hacia la tela que sostendrá tu dolor y tus miedos apaciguados. Creciste en ese minuto. Creciste y ahora descansas por ello. Descansas porque tus hombros lo imploran y tus brazos lo señalan. Ahí estás, muerto para tus pies y vivo más que el viento para tu vida. Has pasado por sus fauces y por sus brazos. Has pasado bajo la densidad del mar que se convierte en un espacio donde flotas y no gobiernas. Has pasado junto a tu cuerpo por las imágenes entrañables de tu historia de vida. Y los has hecho por ti. Por saber que en cada cresta de mar azul que se eleva hacia las estrellas está tu voluntad y la perseverancia hecha estilo. Esas son las olas a las que temes en las mañanas y en las noches. Esas son las olas que transportan la nostalgia de no estar con ellas y de no tener los rayos sobre tu cabeza.
Al avanzar sobre la tela fría y movediza, llevas tus ojos al horizonte. De pronto los gritos alertan la presencia de la muerte para los débiles. Y tú debes avanzar aún más. Es tu vida y tu espalda las que se juegan un episodio de entretención e irreverencia. Mueves tus brazos y jadeas. Abres tu boca y la cierras bajo un ritmo que llevas desde pequeño. Miras hacia arriba y está sobre ti un hocico con dientes de dinosaurio que en un instante decidirá si te come y te acaricia. Respiras y te hundes. Sientes una capa fría de células movedizas que pasan por tus vértebras y se alojan en la nuca. Quieres avanzar por no respiras. Quieres avanzar porque tiemblas. Quieres salir de ahí porque es el tiempo de hacerlo.
Y sales a lo alto. Empujado como maleante a su pelea. Sales y explotas en el alma y en la voz. Los gritos son tus gritos por estar vivo y por sentir que tus piernas aún responden a tus neuronas. Un rayo y luego otro golpean tus ojos y puedes respirar. Has aparecido nuevamente a la vida. El mar te ha regalado otra oportunidad. Eres fiel a sus rituales. Sabes que de quererlo tendría tu cuerpo flotando inerte y arrugado. Pero vivo estás y feliz de ello agradeces su misericordia. No has muerto hoy, sino más bien has reafirmado tu valentía. Puedes descansa bajo el sol. Puedes descansar… Mañana más olas de cemento se estrellarán con tu dignidad…

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