Origen de la vida, una instancia sin final

Si es extraño de verdad extraño, desconocido, complejo de verdad complejo, entonces mejor el antojo es describirlo.
Superar sin riesgo y hundir el cuerpo en el mar de tornillos, pero con un salvavidas instalado.
Soberbia del maldito movimiento.
Un estímulo, un cerebro que se acelera y se despista.
Vuela y se golpea, planea y comienza a chocar.
Y entonces sólo por encima pasa de la superficie de su aromática atmósfera.
Y cae al suelo de objetividad.
Los silencios también se comparten.
Y no sólo la gran amistad los forja, sino también los caminos astronómicos de planetas distantes.
Y no es erróneo proceder con la seguridad de que todo y nada a la vez es también parte de la vida.
Y si un par de pies caminan es porque hay un ser tratando de conocer. Axioma complejo, infinitamente animal.
Nada de los destellos del desprendimiento ha sido capaz de aguantar el cuerpo de aquellos pasos arenosos.
Y esta no es tampoco buena oportunidad.
Esto todo esto comenzó cuestionando la soberbia, tratando de equilibrar.
Y he ahora que algo triunfa y vuelve la piel que se enfada.
Algo fue de un trozo de piedra que hizo inflexión en la humeante neblina que envolvía sus minutos bajo la luz de las estrellas.
Pero su aroma no ha de escapar, porque es un ser que aprende a usar sus alas.
Y no teme a volar.

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