Raptado. La transgresión

Sugestiva princesa de sombras luminosas. Negros atuendos sobre piel extendida, fragante y de suave claridad. Parece mayor en su figura, mas sus ojos hablan de urbana inocencia y audaz tempestad de indagar. Se presenta frágil y lasciva. Imprevista. Espontánea. Hermosa y viva. Al verla creí descender en mi historia. Pareció que su vuelo jamás podré anticipar. Dejó su piel vigilando la mía, mientras entre latidos callé voces que me hacían especular. Y me hice parte de su vida por un instante. Y toda luz que encandiló mis ojos me recordó que no conocía nada de su sabor. Nada de su cautivante forma de recorrer su vida. Y entonces opté por enfrentar su rapto.

El rapto de una persona, sacar su cuerpo de la plaza pública para saciar de su aroma y sus flujos. Llevarla al propio espacio y desnudar cada pizca de delicia. Ansiar su mirada y todo lo que piensa. Hacer su cuerpo parte del propio deseo. Capturar su olor. Probar su voluntad y otras partes de su piel. La pelvis. Su espalda.

Así tal vez caminar en el límite sea el lugar que cuide la secreta delicia de saborear un cuerpo que no es transgresión, menos delito. Y lograr saber qué lleva más allá de sus ojos cuando se detiene su cuerpo. Cuando ya no está en esa pieza y se marcha rumbo a su vida, al vértigo de su historia. A todo aquello que elige silenciar. Y que transporta en sus venas.

No dejo de observar cada vez que camina muy de cerca. Sus movimientos dejan una traza. No anticipo qué piensa realizar. Pero quiero que confíe. Que sienta una extraña seguridad. Y así el rapto anula su contenido legal. Se transforma en un acto de deseo y ansiedad. Un espacio de calor entre bandidos urbanos. A veces una danza. En otras una ansiosa plática. Siempre enredados. Nunca muy tranquilos sobre una cama. Inquietos en el cielo donde se mueven sus piernas. Llenos de risa en sus rostros. Nunca mutilados.

Es fuego lo que proyecta la historia. Si todo rapto transporta el cuerpo hacia los temblores de la espalda. Entonces que reine la ilegalidad. Se asuma el caos y se golpee la moral. Todo acto ilegal es libertad en la otra vereda. E incluso su juego emociona y tensa.

Para algunas mentes incluso es imposible comprender el acto de raptar. Al menos este público y arrojado rapto urbano. Mágico e idóneo en sus profundidades. Un episodio que será un asombro de mentes citadinas. De la conservación y el juicio social. Pero que aun así nunca se dejará capturar. Pues se duda de su pertenencia a este planeta. Nunca será un esclavo de este lugar.

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