Un trozo de vida poético
Hace poco vi pasar su aroma en medio de anónimas historias de otras vidas. Sus ojos habían crecido junto a la transformación de otras partes de su piel. Sus días ordenados no habían abandonado la normalidad de la compañía. Una sabia decisión de su alma y una carrera de su corazón. Pues por una par de seres que su amor comparten nada excluye que ella deba abrazarlos hasta la propia muerte y no soltar jamás sus brazos.
De todas formas debía hablarle. Acercarme a su vida y sentir su olor. Ver sus ojos chinos y otras formas que afloraban ser distintas, o más bien adornadas; siempre hermosa, siempre tranquila y cautivante. Lejos estaba justo frente de mis ojos. Tan cerca como cuando hablábamos sobre una cama; y nos contábamos toda la vida real; la que subsiste en los márgenes de este mismo planeta. Sin embargo no así de cerca como cuando sólo la oscuridad del espacio acompañaba nuestros respiros; junto a ese miedo eterno que inspiró a que nada saliera de las páginas de un cuento de amor y de infidelidad. Intensamente experimentado, mas torpemente asumido. Un trozo de espacio y de tiempo extraído de un par de vidas silentes cuyo amor no se extendió más allá de las historias de la urbe. Pero que sí existió y es recordado fuera de este planeta.
La hostilidad del contexto frente y tras nuestros cuerpos hizo que las palabras brotaran con temor. Sin haber perdido esa verosímil triste entonación de un sueño más que se pierde en la distancia de las estrellas y en el silencio de la existencia; donde en definitiva siempre pernoctó. Hubiese querido abrazarla. O ser elocuente en mi explicación y mis disculpas por una culpa que siento tras mi huída y su alejamiento. Pero fue un pésimo lugar de encuentro. Aunque tal vez incluso así fue mejor.
He de soñar en las noches que su existencia no tan lejana se encuentra de la mía. He de soñar que aún se conecta incluso el momento en que su mente está en el mismo lugar que mi recuerdo. He de soñar con su aroma pegado en las sábanas. Con sus ojos diciéndome palabras. Con la felicidad que espero hoy tenga junto a los brazos que pertenecen a su vida. Extrañar es ahora un deseo de ilusión; un sueño que se construye sólo con la atenta mirada de mi recuerdo. Con sus pasos prohibidos de rondar nuestros caminos.