Cuestión de números
Su vida es la novena letra de un inicio. Una parte de la historicidad. Una vida más en la existencia. Compasión y una cierta tolerancia. Una base de constante indagación en la solución de todo problema; y de algunos no. Libertad y responsabilidad. Una maestría al destino quien se asume no petrificado, menos construido. Donde sí importan las decisiones de las caminatas. En el lugar de la propia fuerza; donde sí importa la pasión de ésta. Descubrir es entonces el curso y desafío. Revelar una verdad que se presenta extraviada. Hacerla viva, ponerla a respirar. Arribar así al llamado equilibrio. Conocer la belleza. Conocer incluso la emergencia de armonía.
Requerido y urgente es el reconocimiento. La eximia instancia de la culpa, la propia culpa. Una ordinaria vida real. Una existencia sometida a juicio vital. Aquello que se deja tras el antifaz. Que nunca aflora en el realismo de la política. Y así coexisten sublimes destellos de lealtad y afecto. Elementos poseídos en el tiempo y perdidos en su movimiento. Que la necesidad de proteger demanda a su pleno imperio.
Y entonces se apela a la ontogenética. A esa cosa que no huele y parece proteger. O por lo menos aparecer cuando algo golpea las esencias. Libertad sigue siendo axioma. Y no hay razón que falsee su ciclo. Las personas ahí dirigen su andar. Expandir las formas de respirar. Optar por el movimiento eterno de la exigencia, para construir el sentido del sonido del axioma. Estabilidad, pero acelerada. Equilibrio desbocado. Compleja anarquía sin expectativas; sí con deseos de caminar. Volar en su momento. Y pensar en lo innecesario de aterrizar.
Suele soñar como los grandes soñadores. Es fácil en la memoria construir el sueño de la vida. Para sus formas es simple. Para la mente también. Y es eso un camino solitario. Una tamaña incomprensión urbana y oficial. Una afrenta que arroja sobre el cuerpo los elementos prácticos. Los instrumentos, los recursos, la forma masiva de Ser en una ciudad. Así aboga entonces por libertad individual demandada como terapia. Es que incluso las pastillas son un instrumento para bajar de una nube. Y a diario eso se torna un malestar. Paciencia y respeto construye entre calles, se señala. Irreverencia; si es preciso, insolencia. Siempre igualdad. Búsqueda de libertad, la Bella Dama, el lecho del destino del deseo.
¿Acaso suele dar? ¿Otorgar? Piensa en la certera alegría. Quizás por lo menos expande su fisiología. Es cómodo en la paz. La batalla va con él, pero no ha de ser su preferencia. Muchas huidas se leen en su rostro y un tanto más allá de sus ojos. Otras batallas subsisten en el tiempo que aún queda por construir. Ahí están aguardando ser desatadas, liberadas a su ansiedad descontrolada. El caos fértil de la felicidad; una también hermosa dama que no posee excusa rival; nada detiene su movimiento. Siquiera pudiese lograrlo la propia vida y su construcción mental.
Se es amante de la vida. Encantadora extroversión. Que no fue fácil en su trayecto. Y que obliga la eterna apertura de las puertas y ventanas. En el camino –si lo hay- toda culpa es propia pertenencia. La individual existencia debe abarcar la sentencia plena. Pueda ser incluso que se requiera pensar. Sin embargo la práctica es la manifestación. La obtención de libertad. Una relación con ella. Poseerla y abalanzarse sobre ella. Asumir la divergencia de los sentidos, de los sentimientos. Adaptar al ritmo de las olas la aversión a los conflictos. O la ansiosa necesidad de terminar con ellos, de exterminarlos. Aun así el rumbo es voluntad. Uso de algún instrumento, incluso un instrumento. Hasta se debiera considerar a los demás.