Informal

No todo lugar es propicio para un par de letras. No todo acto de vida genera felicidad. Sólo instantes existen. Trozos de tiempo situados en un espacio extraño, abstracto y malditamente determinante. Solo entonces se encuentra el cuerpo en medio de ilimitada esclavitud. Y así como no hay un digno espacio para el sentimiento y la expresión; tampoco lo hay para hacer las cosas correctas. Aquellas que ellos quieren. Que se insinúan en la oficialidad… de la vida misma…


¿Cómo ha de ser tanta la ambición y la significativa ignorancia? Incluso con libros a su haber pretenden controlar animales naturales; especie no tan única que descansa su poder en la presencia de su pensamiento; y en el conocimiento que de éste se genera.

No pertenezco. No a sus ciudades. No a sus mandatos. Menos a sus políticas. Tal vez sí a los abrazos de brazos delgados y suaves. Única fuente de permanencia urbana y existencia terrenal.

Informal. Odio las camisas y los zapatos. Amo toda fémina que en su espalda porte una mochila con sueños y zapatillas en sus pies para correr si así lo quiere; incluso de mí propio sueño. Informal. Odio los tacos en pies delgados. Aborrezco los horarios y los cubículos para trabajar. Incluso las oficinas se me hacen tan pequeñas como los cerebros de los periodistas. Espacios muertos llenos de iones positivos. Partículas que inducen la mala respiración.

Informal. Nunca extraería un mineral. Sí robaría de sus casas sus televisores y sus sábanas de seda. Incluso las almohadas de sus hijas; mas no su dinero, pero sí el mordaz motivo que los lleva a dejar comunidades sin agua, a dejar especies sin aire limpio que respirar.

La contradicción da luz a la vida. La inconformidad predispone los sueños. Cierta ira mantiene alerta. La libertad se debe alcanzar. Ser informal es sólo una afrenta. Una postura contracultural.

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