Natasha

Hoy el recuerdo. La imagen que lleva a extrañar. Al descontrol del latido y los flujos. Al desosiego de la luz de los ojos.

Estás ahí; ¿sigues ahí? ¿Respiras? ¿Miras así de bello aún desde tu rostro? Me fue difícil ver hoy tus retratos. Pude evitar su logro. Pero aún así te extrañaba. Cómo no iba a mirar. A veces creo conocerte. Mucho que no sé de ti; o que no te tuve así de cerca. Y hoy apareciste. Pequeña y hermosa. Fresca, contenta. Irradiando una absoluta y delicada felicidad. La alegría que portas y que a veces te abandona. Pero que nunca sueltas.

Borré de mis artefactos lo que a ti me comunica. Lo hice rápido; sin mucho pensarlo. Una decisiva vacilación. Y no quise observar tu cuerpo y sus posturas en los paisajes. Pero tu sonrisa me fue inevitable. Tus ojos chiquitos mirando la belleza retratada. Disfrutando de un sol, de una playa, de una mañana. Posando en arenas no muy lejanas. Cerca de manos ajenas; que merecen ser cortadas.

La bondad de una actividad incomprendida. El relajo de exhibir la belleza corporal y disfrutar ser observada. Admirada por ello. Perseguida por mentes livianas y descaros incontables. Que sin embargo no expugnan la tierna fortaleza de una vida hermosa y alocada. Donde una vez incluso veía mi propia cara. Donde creí mi existencia reflejar.

Pensarte ha sido complicado. Nunca indiferente, sino más bien dañable. Huir de ti es una amenaza al destino. A la historia que aguarda mi felicidad. Quizá la nuestra; la prohibida o vertiginosa. Escribirte ha sido –luego de un largo rato- un amanecer de volcán. Un retorno a tu corazón. Un celo y un deseo de que nada malo pueda pasarte. Y que sólo bellas y alegres personas puedan sucederte.

Recuerdo haberte pillado. Y hecho junto a ti el elegante placer de todo lo demás. La dulce forma de hacer de dos, una vida. La imaginación fluida y cómplice de íntimas situaciones urbanas. La irreverente y mágica manera de amar.

Recuerdo haberte abandonado. Y ahora sigo fugándome de ti. ¿Qué has de haber hecho justo en este rato? En el preciso instante presente que me despido por enésima vez de ti; y que incluso intento borrarte; aun sabiendo que es imposible… Cuídate pequeño sol que de tan lejos se ve como una estrella. En un mundo de astros y cometas, eres la luz más bella.

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