She’s on fire

El primer sentido activado es lo fundamental. La simpleza del origen de un sentimiento. Aquel implícitamente cierto. Atesorado por ser real. Cuidado de todo extraño síndrome social. Tratado erradamente con displicencia producto de la incapacidad. Reconocido como póstumo contenido del corazón. Secuestrado por la razón.

La vacilación y tardanza en el movimiento de las manos es efecto de la energía que provoca. La desorientación que produce y la alegría que emana. Que es afrenta en la urbana y formal vida. Hoy es visible que no expresar y publicar de aquello es resultado de su grandeza. Por cuanto su hermosa realidad trasciende más allá de las calles de asfalto y subsiste en dirección del camino dorado hacia el destino del genuino dios.

Intermitentes estadías en el más confortable de los espacios. Un cubo ordenado bajo la visión de una vida admirable que habita junto a su descendencia. Un aroma de felicidad y compañía. De magia y persistencia. De múltiples lenguas e inteligencias equilibrando las erupciones de energía física que brotan de un cuerpo esculpido de nobleza, elegancia y estética. Un espacio construido en el paso que deja una vida que nada veloz en el mar de la tierra; y que sólo se detiene a entregar el amor que su corazón transporta.

Las letras acuden a una hembra enfrentando las olas o dejándose masajear por ellas. Cuyos ojos reflejan ternura bajo luz y fuego en las sombras. Absoluta concentración que flota en una danza que hacen los pasos de su cuerpo. Sigilosa y secreta suavidad de la piel sobre la tierra. Que no mueve pastos y hierbas, sino hasta que su mente se ilumina. Y en su carrera incluso una pared de rocas podría tronar. Dada la fuerza de su naturaleza.

Un cuerpo bello que hace brillar las miradas. Una sonrisa que encanta. Fragancias que embriagan y catapultan a una piel que de tan suave parece un roce de pétalo de flor. Recovecos entre huesos moldeados y perfectos que invitan a poseer, para luego devorar. Degustar cada mañana entre el viento aquello que secretan esa vida y ese cuerpo.

Ola de fuego de eterna fortaleza. Que invade con su calor cada elemento que toca y quema toda pared que busque esclavizar su libertad. Girón de vientos que sacuden las arenas. Su velocidad hace inferir que su grado de combustión proviene del roce que su paso experimenta. Imposible de detener. Un honor poder observar.

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