(…)
La nebulosa de la angustia pasa como un río
Y me arrastra según la ley de las atracciones.
La nebulosa en olores solidificada huye de su propia soledad
Siento un telescopio que me apunta como un revólver
La cola de cometa me azota el rostro y pasa relleno de eternidad
Buscando infatigable un lago quieto en donde refrescar su tarea ineludible.
Altazor morirás. Se secará tú voz y serás invisible
La tierra seguirá girando sobre su órbita precisa
Temerosa de un traspié como el equilibrista sobre el alambre que ata las miradas de pavor
En vano buscas ojo enloquecido
No hay puerta de salida y el viento desplaza los planetas.
Piensas que no importa caer eternamente si logras escapar.
¿No ves que vas cayendo ya?
Limpia tu cabeza de prejuicio y moral.
Y si queriendo alzarte nada has alcanzado
Déjate caer sin parar tu caída sin miedo al fondo de la sombra
Sin miedo al enigma de ti mismo
Acaso encuentren una luz sin noche
Perdida en las grietas de los precipicios.
Cae
Cae eternamente
Cae al fondo del infinito
Cae al fondo del tiempo
Cae al fondo de ti mismo
Cae lo más bajo que se pueda caer
Cae sin vértigo
A través de todos los espacios y todas las edades
A través de todas las almas de todos los anhelos y todos los naufragios
Cae y que quema al pasar los astros y los mares
Queman los ojos que te miran y los corazones que te aguardan
Quema el viento con tu voz
El viento que se enreda en tu voz
Y la noche que tiene frio en su gruta de huesos.
Cae en infancia
Cae en vejez
Cae en lágrimas
Cae en risas
Cae en música sobre el universo
Cae de tu cabeza a tus pies
Cae de tus pies a tu cabeza
Cae del mar a la fuente
Cae al último abismo del silencio
Como el barco que se hunde apagando sus luces.
(…)
Extracto Canto I, Altazor (Vicente Huidobro)