Estampida

Cada bocanada de humo se lleva una herida más. Siempre parte de ese humo adentro se queda. Recorre los recovecos de la vida interna. Y hace de la conciencia un monte para recordar.

Pienso y asumo la miseria de mi alma. La realidad de un desconocido dolor. Pero que se presenta como eterno. Sé que sigo sin entender de qué se trata la existencia.

Ira. Distancia y ansiedad. Llevo en este lapso una plena infelicidad. Incomprensión ciega de todo lo que rodea. De todo humano que también habita el espacio.

Y entonces soy como un cuerpo que prefiere irse a lo alto. Que busca salir de su ciudad. Que todo lo hace como si nada pudiera tocar.

Entonces a veces rio de aceptación. O la ironía se impone a la ignorancia. Adapto lo que hago a un movimiento que me incomoda. Que mantiene apretada la piel.

Así el tiempo es dudar. Convertirse en millones de pedazos de una hoja. Hacer de los días una cosa compleja. Andar en la circunferencia. Dominado por la gravedad.

¡Cómo me gustaría tranquilizarme! Cómo deseo vaciar mi cabeza y establecer una vida distinta. Cambiar toda la historia. La mía y la de los demás. Los que me competan.

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