El extenso vacío

Siendo así no nacemos para tener certezas. Cada duda aflora desde temprana edad. Hubo causas. Sentir que algo se vino a cumplir. Mas han pasado largos años. Y aún no es claro qué se debe hacer. Todo es participación inerte. Mover los pies en calles hechas mucho atrás. No saber nada de quienes en ellas habitan. Saludar sin hablar. Sonreír solo a mujeres por el perfume que las abraza. Afrentar la mirada de un igual. No botar miedo. Pelear.

Vivir no es lo deseado. O sus formas no se hubiesen aceptado.

Quien instruye asimila incluso un origen ya errado. Algo así como nacer mal. O venir fallado. –Si éste ya viene chueco- se oye decir. Y entonces se apresta a enderezar. A romper el propio ritmo e imponer un adaptado. ¡Nunca ha sido dejado un cuerpo al magno vacío! Desde su llegada es deportado. Apretujado en el cubo de risas y moral. Determinadamente encausado. Cortésmente esclavizado. Puesto en juicio toda vez que aflora una verdad.
Un pie derecho es un pie uniformado. Una espalda encorvada pertenece a la realidad. ¿Por qué un mismo sendero cuando miles son; que de tan grandes se ven como solo uno?

Si has de mover mucho: híperquinesis. Patológico.
Si creas: enfermo peligroso. Patológico.
Si piensas: enemigo. Ilegal.
¡Pobre humano. Debe ser rehabilitado!
¡Mira ese weón! Hay que ‘enrielarlo’.

Amplio vacío de probabilidades. Y vacío es también el propio corazón. La propia mente de una persona. Que haya sido originada. En cualquier lugar de la tierra. Que tuviese un tirano que enfrentar.

Siendo así depende entonces del piso que mece la cama. Del grosor de la sábana que cobija. O la cantidad de ellas que puedes comprar. Posicionado en un lugar. Rodeado de animales y señoras y rodamientos. Impulsado a hacer cosas. Que incluso se mezclan con la confusa voluntad. Pues al lado no existe nadie que proteja la insolencia. Los que están temen a la rebeldía. Se mean con violencia. Pero siempre están. Y eso enternece e irrita. Molesta revelar que nunca hubo meta en toda consecuencia. Que todo fue hecho por el simple hecho de ahorrar un castigo. De no molestar.

Maldito el patio de la campana que sonaba para asustar. Lo único importante era lo que no habías hecho. Lo que sería enfrentar las miradas vergonzosas de otros compañeros. Las palabras de la maestra para decir que todo estaba mal.

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