ALTERNANCIA DES-CRIPTIVA

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Algo que aprendió de él fue ser informal. Poco involucrado en masas oficiales. Desprendido. Instintivo. Complejo como la vuelta a la simpleza.

Aprendió del urbano caminante polivalente. El de las manos en la hierba. Las que también conducen y tocan bocina. De sus pocos dichos y menos palabras. Siempre un ejemplo a la vista y la intuición. Hasta incluso la debilidad de esta cierta inoperancia.

Una perseverancia a punta de adaptación. A veces molestas ventas. Caídas varias en todo reino de moral, mas nunca de buenas costumbres. Una normada existencia con sobresaltos contraculturales. Como el miembro de la manada. Que entre tantos de todo le pasa. Le sucede.

Carrera de ratas. Donde nadando avanzaba. Lento y pausado. Sin confianza en el vértigo que sopla la historia. De hecho sabía de procesos. Pero a pura empiria. Y nunca perdió porque no terminaba. Y entonces tampoco sabía ganar. Sí sobrevivir. Sí jugar.

Su curso lo transportó del centro urbano a una apartada y soleada playa. No idónea, pero con mucha libertad. Y sentíase cómodo entre pocas personas. Con bullado silencio. Con provincia de la cabeza a las patas. Más tierra que cemento. Constante tranquilidad.

No iba solo, pero eso es otra historia.

Una cortesía enorme. La amabilidad del más sabio y el más indigente. Huyendo de molestias. Sin insultar. Sin molestar. A colmo de irritantes silencios corporales. Alegre, pero acrítico. Amilanado. Inteligente de poca pasión. Ciudadano de dictadura plena. Mezcla de miedo y oportunidad. De empuje pausado por ausencia de instrucción social.

Tipo de la historia. Célula y planeta. Una piel que aún se estira en sanos huesos. Mente de la matemática que supo mezclar ciencia y felicidad. Vida urbana y vibra de chakana. La cruz del sur del cuello que se dobla. La de pupilas que se mojan. Existencia milenaria. Confusa cultura de novata imposición.

Ofensivo atacante destacado por su decencia. Por la ausencia de maldad. Por la clase de su informalidad.     

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