Desde una silla de una sala

Habíase cansado de las preguntas. De las constantes imágenes mentales. Creyó que al crecer estabilizaría su andar. Avanzar era también mejorar.

Y aún en proceso nada ha cambiado. Ni mejor se está y menos se ha transformado. Crecer no implicó resolver. Desnudar dudas ni romper cuestionamientos.

Crecer solo aumentó las ganas de volar y no volver. Apagar la existencia urbana y pasar al terreno de las partículas que flotan en el aire.

Avanzar en tiempo alejó personas. Dejó abiertas sendas heridas. Hizo que lamentar fuese aún más difícil que descifrar. Y entonces mejor es detener el andar.

Nada es odiado. La vergüenza impide odiar. Todo círculo sin final. Toda palabra no dicha ni acto realizado. No hay odio porque amor no existió.

La paz del silencio cuando no existe temor. Ni apoyo ni ganas de pasión. La paz del silencio en eterna compañía. El mejor momento de una vida. La paz sangrienta y vertiginosa que surca recovecos cuando los ojos ven el mar.

Si de vida se trata nada se ha aprendido. Aún no se entiende qué significa caminar.  

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