Des-trozos
Es menos que un dolor corporal. Como un estado eterno de tensión. Medio incómodo. Pero que no va a matar. Que permite cumplir las horas de comida. O los horarios de las malditas alabanzas. Pura sangre que no sabe qué sentido recorrer. Que se levanta por inercia. Una vez que logra despertar de las tinieblas.
Tanta excesiva claridad y franqueza. La misma palabra que llevó a abandonar personas. Tan bellas unas. Tan importantes y bellas otras.
Y hoy se padece de la miseria. La real. La del alma. La de la compañía que desea dejar la vida y dedicarse a descansar. Abandonar la ciudad. Ir en busca de las imágenes que se recuerdan. Y cumplir con el destino de la infelicidad.
¿Cómo salir de este lugar?
¿Cómo acabar con la emanada de vapor sentimental escapando de recovecos existenciales?
Dispersos por necesidad generacional. Por súplica vital de otra parte de la misma persona. Aquel que siempre vino salvar de las hirientes rocas. O a alejar de los ritos y brujerías. Hoy no aguanta más. Y va en busca de cualquier playa oscura. Que tenga arena blanca y fuertes olas. Para avanzar. Para capear la última de las mareas.
Mucho rato sin sudor para votar por la mirada. Como dicen quienes no piensan, “llega a pasar la cuenta”.
Calling Death…