En una luna llena


Reconozco que hice mal en no llamar. Sabía que podía enojarse. Pero no pensé en su intensidad. No creí que incluso de fuera a molestarse tanto. Y aun así no hice nada para evitarlo. Lo recordé todo el día. Lo pensé de varias formas y con muchos detalles. Decidí no querer verla. Pero ya había mencionado lo de aquella fiesta –más bien paseo- a oír música en medio de la tierra.

Pensé que lo merecía. No verla. No llamarla. Pero ya lo había mencionado. Que iríamos. Que iba a seguir viéndola. Quise ir con ella en verdad. Pero también debo olvidarla. E imposible será si no dejo de verla. Dado que no me toma en cuenta. Que en definitiva no me pesca. No queda otra que evitar el martirio de no tenerla.

Qué vergüenza hacer esto. La torpeza de decir aquello que luego no harás. O de oír lo que luego no harán. Estoy cansado de eso. De tener una vida llena ilusiones. De estirar la corrupción del alma como la única forma aprendida. Mentiras mías y otras ajenas.

Y fue mejor mover el cuerpo estático bajo luna llena. Supuesta dado que no pude verla. Ahí encima tapada de gases neuronales. Extrañas existencias de todos aquellos que ahí estaban moviendo sus bocas. Sus extremidades. Su cintura. Más esclavos que nunca. Y yo en un rincón de la jaula.

Actué en defensa. Solo necesité estar. No pensar. No sentir nada. No hablar. Solo observar. Dejar que pasara cualquier cosa. Por momentos olvidaba su cara. A ratos volvía en mi desesperación de no verla. Iba a llamar. Y retornaba mis pasos atrás. No pedí ayuda. Ir por ella hubiese sido la odisea más bella de esa luna atrapada. Pero que poco iba a significar. Y de tanto pensar-la. De tanta inestabilidad. Ya una mentira más ahora anda suelta. Otra inconclusa historia urbana. Un crimen más.

Antigua soberbia de la cual antes no dudaba. Y ahora cada día me desarma más la cabeza. La extraño pero es mejor dejar-la. Sin forzar la historia. Desplegando libertad. Pero sin olvidar que fue la reacción a la amargura. A la infelicidad que provocó no ganar sus ansias. No saber conquistarla. Porque la quería. La quiero. Deseo sucesos de felicidad para su vida. Y aun así mi vida es extrañarla.

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