Aceptación
Sangre y lluvia. Más de lágrimas
que de ideas. Enclaustrado. Aguardando el valor o la valoración. Perdido. Habiendo
perdido una vez más. Otra burbuja que revienta sola. Sin final. Sin llegar a
perdurar.
Bajo. Sin espíritu. Confuso y entristecido.
Deambulando en áridos terrenos morales y sensitivos. Sin respuestas. Sin coherencia
en la reciprocidad. Desarmado. Desalmado. Donde la inteligencia no basta para
leer el corazón.
¿Por qué simplemente puede no afectarme
que no sea una vida ideal?
¿Tuve alguna vez acaso una
existencia idónea?
Pregunto…
Como si me importara… Como si me
pudiese alegrar…
En un loco y extraño mundo ajeno
e individual. Algo no ha cambiado. Nada es una eternidad. Y así entonces no hay
pertenencia. Nunca hubo. Ni en la cuna. Ni en las calles. Ni en la vida
laboral.
Y aun así no logro asimilar mi
desprendimiento. No puedo –siempre- respirar.