Líquido


(Ex Incertidumbre, 2008)

Salir y soltar un respiro por donde también ha entrado toda bacteria de cuerpos enfermos, pieles resecas, órganos gastados y deseos rotos.

Salir y soltar aquello que nos detiene en el tiempo de un planeta y en el espacio de una invención. Caminar y saltar. Tocar tus genes y vivir en otro mundo en instantes pequeños. Ser un surco de valle, una roca de río, ser un óvulo de ovulación. Engañar tus virtudes y creer que tu tristeza puede soñar.

Dar al sudor de tu piel un magneto de animal. Caminar en la desdicha misma, siendo patético y triunfador. Un noctámbulo de lugares desconocidos. Un perdedor, un grano de desierto infinito. Nada y cualquier cosa a la vez. Nada y todo en un mismo tiempo. Ser sólo lo que cabe en tu mente y en tu vida, nada más, nada menos que un insecto que en sólo un día recibe el sentido de la existencia.

Saltar y correr. Detener miradas y bellezas. Detener la cabeza de los ancianos e imaginar la vida de sus sueños. Detener la sonrisa de un bebé y entrar en sus miedos futuros, en las inseguridades de sus padres, en las infidelidades de sus abuelos, en los orgasmos de sus hijos futuros.

Ser el dueño. Ser quien tiene la vista más alta y la vara más dolorosa. Partir en tres cada pedazo de tu noche y permanecer en la dulzura de los ojos pintados y los labios mojados. Mascar cada piel que osa cruzar bajo tus ventanas. Oprimir a los de feo rostro. Asesinar a los que mal te hacen, pero luego darles la vida para suplir sus ansias y lavar tu entereza.

Ser una persona o un individuo. Un sujeto, un animal, un esclavo, un perdedor, un ganador, un inversionista, un pordiosero, un cura, un niño pobre, un nacionalista, un boxeador, un votante, un pederasta, un coronel, un enano de circo, un ejecutivo de ventas, un escritor o un transeúnte.

Ser una parte de la supresión terrenal. De la miseria humana y de las esperanzas. Ceñir y guiñar los ojos. Mirar al cielo y pretender ser libre y tranquilo. Llevar a tu mente a todos los que has dejado y no arrepentir ningún cometido. Ser un maldito ególatra y un cachorro de pieles suaves.

Correr y volar. Soltar tus genes por avenidas apestosas, por calles llenas de autos y malas historias. Vivir en la incertidumbre. Tener en derrumbe tu mente para descolocar el tiempo y el espacio. Dejar de pertenecer y pasar a ser uno de otro lado. De la oscuridad y de la luz. De tus antepasados y de quienes serán tus nietos.

Dar un toque de tus manos a una gota de lluvia y con ella hacer que un vagabundo bese a una princesa.

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