Pedazo de día
Mucho que los pies no estaban
cerca. Invisible. Transeúnte entre más. Sin alma. Sin pertenencia. Con cánticos
nudos que quieren la garganta. Persiguen salida. Que en ese lugar mejor se
guarda. Ahí está. Yace callada. Como los gatos. Como quienes miran sin ver
nada.
Estaba sin ánimo. De inmediato lo
asumió. Caminó nada más. Con la plena cortesía, luego dio la espalda. Sonrisas
y palmadas. Y siguió hacia abajo. Hacia el mall. Más allá. A la muerte. Cerca de
la playa.
Una mano tocó su hombro y
reaccionó. Sacó un audífono de la oreja y miro con amabilidad. Actuó. Saludó y
hablo con un señor de bigote amarillo/gris/blanco que conocía de su trabajo. Nada
más. Un acto en el escenario. En el piso de vidrio. En las paredes llenas de
espejos. Donde todo es diferente, pero algo es igual.
Se fue contento. Como en un mundo.
Viendo la forma y color que le diera sentido a la mirada. Nunca otro ojo. Nunca
nadie más. Sonidos y palabras. Entre autos. Entre figuras que se mueven y
parecen respirar. El más grato momento. El más triste de su vida. Y un día
cualquiera. Un día como todos los demás.