Líneas que delinean


Esta es ahora la nueva esfera de los acueductos que poseen sangre. Y tan mal no hace perder un poco de poder. Todo lo que haga desmayarse. Salir de aquí sin sonido en la piel.

Todo lo perdí cuando salí de las casas. A veces tiraba las cosas sin que otros vieran. Como saliendo por atrás. Tiraba hacia afuera y luego ordenaba. No miraba atrás. Solo me iba. Y me iba solo.

Siempre fue extraño sentarse en un living. Tomar un té bajo normas de familias ajenas. Se oían gritos y retos. Los árboles pequeños debían crecer. No vivir. Sino más bien obedecer. Y yo solo saludaba. Nada más hacía que a veces hablar. Amaba en los segundos pisos. No hacía más que tener la piel de una doncella autoritaria.

Cada mañana sacábase la ropa. Miraba por la ventana. Hacía que todo partía con prisa. Debía seguir rutinas. Comía. Con suerte podría volver a abrazar una espalda.

Bella era cada larga estadía. Gustaba de cómo olían sus recovecos. Los suyos. Los que podía lamer y saborear. Cada mañana. Fría o cálida. Antes de comenzar la apestosa usanza.   

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