Sampson


Segundo piso de la Dirección del Trabajo (ex inspección). Una oficina mediana mal distribuida. Llena de cajas.

El señor es mediano, medio gordo. Es inspector, una voz oficial, representante del estado y del gobierno. Es pelado. Hace su pega. Se apura y habla. Tiene corbata.

¡Este país te caga! En este país todos te quieren cagar. En este país no se puede estar tranquilo. Todos te quieren cagar. Todos te quieren cagar. Este país es complicado.

A mí. ¡Mire lo que le sigo! A mí me cagó hace poco no más Claro. Tuve que ir en mi horario de colación. Así y todo se demoraron dos horas.

Yo converso con un amigo. El otro día quedamos. Cuando llegue la jubilación hay que irse a vivir a Tacna. Sí, ¡Tacna! Vivís tranquilo. Tienes salud. Salud gratis. Está cerca. Cuando te llegue el bono venis a Chile a buscarlo. Y te devuelves para allá.

Pero mire. ¿Cómo voy a estar pensando en pasar mi jubilación fuera de mi propio país? ¿Pero cómo?

Así estamos amigo. Así estamos.

Yo lo veo acá. Acá vienen los sindicatos. ¡Conozco cuántos! A los de Unimarc se los cagan. Ganan una cagá.

Es difícil amigo. Es complicado.

Es señor se estira. Entrega la copia de la personalidad jurídica. Se echa hacia atrás en su asiento de oficina. Azul manchado con base de plástico. Sus manos van a la nuca. Su mirada es resignación. No hay luz de sol tras la persiana.

Él es Sampson. Un ciudadano chileno medio. Una persona de una sociedad. Un trabajador del estado.                 

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