Hilo


A veces sublimo. Otras no. Quiero hacerlo siempre. Estar en constante comunión.

Mi padre es de la calle. De los senderos con o sin asfalto. Hijo de mala madre. De padre nómade, feliz y sobreviviente. Es de los viajes y el presente. De la urbe emergente. De los eternos arriendos. Del té sobre el velador. Del amor intermitente.

Soy hijo de un héroe. De un fantasma bello. De un húsar desprendido e inconciente. De madre errante. De latidos inconsecuentes. De calles de tierra y negro alquitrán. De la ausencia. De la falta de voluntad. De la alegría real e incierta.

Mi hija es de la calle. De las casas de diversos familiares. De amigos. De escapes a un destino que se forja en el azar. De sueños. De las preguntas. De mala madre y ausente padre. De la inconsistencia familiar. El hilo de la comunidad.

Así llega la tarde en una puesta de sol que nos pertenece. A los tres y nadie más. Rayos de luz que entran hacia una ventana amplia. Blanca por dentro y aireada en su intimidad. Un hogar supremo.      

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