FIN DE SIGLO
Que el roce de su ala no me arrastre
que pase de lado, obtuso
vago, loco, desquisiado.
Que no quede prendida en mi memoria
la visión de su figura,
que puedan mis ojos esquivar su mirada.
Que olvide que existo en esta circunstancia
en este país, en este fin de siglo
en que lavo mi rostro de un cuenco vacío
y reparo en la suerte
que avisan las líneas de mis manos.
Que no vuelva a tocarme con su dedo de luz,
que no anhele dejarme marcada
que su aliento caliente mi almohada.
Díganle sí que cuando el día muera
venga en la noche a visitar mi cama
y que cabalgue sobre mi
sin verme el rostro
sin decirme su nombre
y que mañana
como un ladrón se esconda.
Milagros Terán
Poeta y traductora. Nació en León, Nicaragua en 1962