Legos
Esos legos. Tan legos como yo.
Se esfuerzan por aprender leyendo
libros en pantallas de pc. De un día a otro quieren incorporar conocimiento.
Haciendo mal lo que se llama estudiar. Esos legos. Los de una U privada. Malos
estudiantes. Profesionales a la mitad.
Ellos están frente a mis ojos.
Miran pidiendo compasión. Una luz de sabiduría express. Un evento que haga
anular la prueba. La posibilidad de no escribir nada y alcanzar un título
profesional. Esos legos. Ilusos predilectos de jefes enfermos. Personas que
piensan poco. Que acumulan harto. Que no leen. Que se proyectan tal cual.
Legos tan legos como yo.
Deambulando juntos en la peor de
las empresas. Esa que aprovecha la obligación moral de las personas. Que no las
cuida. Las explota. Las hace producir para seguir pagando prostitutas.
Hay tres en primera fila. Una de
ellos es ñoña. Nerd típica de provincia regional. De lentes y ritmos pausados.
Proyecto de virgen que no conoce la cerveza. Que poco pololea. Que se
avergüenza de tocar la intimidad de su amante y la propia. Tiene buenas notas.
Una envidiable tranquilidad. Viene de buena familia y está preparada para
mandar. Como todo ser pequeño, se hace escuchar.
Los otros dos son hermanos. Ella
es algo gorda y de pasado agraciado. Bajo sus calzas porta estrías. En su pecho
espinillas. Grandes aros plateados que determinan el largo de sus orejas. Cada
tanto se rasca su cabeza. Mira la prueba y no sabe qué aportar. Quiere ser
profesora. Lo será. La van a molestar los alumnos de media.
Él es bombero. Estudia y apaga
fuego. Chuncho[1]
de corazón y estudiante a la mitad. Su mochila es la peor de todo el lugar. Fea,
rota y cochina. Un muladar que guarda cuadernos en desuso. Un pc con videos y
fotos porno. Y en un archivo la película Marea de Fuego (Backdraft). Un héroe
de ciudad. Un joven que no lo piensa dos veces cuando debe salvar a una vieja
que se calcina.
En segunda fila está el
basquetbolista. Un grandulón de 90 kilos y mirada fija. Fiel esposo e hijo
ejemplar. Deportista de por vida. Árbitro y juez de campeonatos regionales. Un
lego de esfuerzo. No como yo. Sino de verdad. Un estudiante que merece el cielo
y los pocos pesos que ganará. De barba ordenada y peinado de yerno ideal. Polera
percudida y jeans gastados ensanchados para su comodidad. Lleva sus apuntes en
su celular y escribe con letra de niño de escuela pública. Genial.
A un costado la futura dueña de
casa. Baja. Morena. De pelo teñido y sin cuidar. Estudia para tener un título
mientras plancha ropa y refriega platos en la cocina. Madre precoz y un cacho
para su familia. Pésima estudiante. Lego por dentro y por fuera. Aspirante a
profesora de educación municipal. Sin calidad. Sin recursos. Sin vida. Fumadora
compulsiva que usa aros de perla y poleras de marcas imitadas.
Un asiento más atrás está el
degenerado. Corpulento y motriz aspirante a educador. Moreno de mediana
estatura que usa gel en su peinado. Su apodo lo lleva por una exposición que
hizo en sus primeros años. Donde se autodefinió como un degenerado y lascivo
violador. Serio y callado. De mirada baja y uñas comidas. Más parece minero que
intelectual. No es un mal estudiante. Pero tampoco tendrá un doctorado. Será
papá. Será esposo infiel. Bueno para el play station III y los asados.
En el extremo izquierdo de la
sala está la dama. Madre soltera de esfuerzo incondicional. Bella hembra de
caderas anchas y labios engrosados. Coqueta y meticulosa. Pulcra y ordenada. Combina
su tiempo entre los estudios, la maternidad, el trabajo y los amoríos. Es el
sueño de los legos del aula. De su carrera y de la facultad. Alta y delgada. De
sus ojos parece emanar fuego y vergüenza. Una súplica por encontrar el amor de
su alma. Gran estudiante. Bilingüe y computacional. No se despega de su Mac y
de sus diccionarios.
Junto a ella su amigo de la
carrera. Un gay deportista y angustiado. Fan de George Michael y Lady Gaga. Un desarmado
joven incomprendido y discriminado. De barba descuidada y shorts ajustados.
Desapercibido y silente estudiante de pregrado. Busca un título para enrostrárselo
a su papá y recibir un auto de regalo. Una promesa de su abuela. La mujer que
lo crio y lo convenció de estudiar. Tiene buenas notas. Cuando se enoja grita y
se va de la sala. No gusta de la nota 7,0. Él prefiere un 6,9.
En la última fila están Martínez
y Peralta. El primero un ascendente líder de un clan familiar. El mayor de seis
hermanos y un ejemplo de hijo esforzado. Estudiante de largas jornadas de
estudio. De tempranas mañanas. Querido por toda la facultad y una constante
comparación tediosa para sus hermanos. El segundo un latero patán mitómano y
maníaco. Gordo y mal vestido. Nerd medular y chofer de taxi-colectivo.
Esforzado, pero decadente. Un lego. Más lego que yo. Pero mejor padre y nunca
ausente. Dependiente mamón de juego medieval en línea. Aprendiz de nado con
flotador de patito. Una basura normal. Un estudiante deplorable y profesional
incompetente. Estudia porque no quiere manejar toda su vida. Porque quiere la
admiración de su bella hija.
Frente a ellos un depresivo y
enrollado docente de sede local de U privada. Lego más lego que todos los
demás. Pobre e irónico. Trabaja en ese lugar porque no tiene dónde más. Mal
padre y pésimo amigo. Un desordenado. Un inestable engendro pseudo intelectual
de piernas flacas y estómago adolorido. Aspirante a magister para ensanchar su
vida profesional. Lego más lego que todos los demás. Gran lector y amante
enamorado.