La estrella que salva de las hormigas
Siento que me salvo de las
hormigas[1] cuando
pienso en ella. Por eso lo hago. Por eso quiero siempre en el día estar con
ella. Es decir, no físicamente con ella. Pero con ella. Caminando sobre la piel
y el pelo.
Espero ser salvado.
Es una estrella de tres nombres. Luz
que envuelve el mundo. Piel que huele tan rico como el lugar donde nació.
Ella hace hermoso el espacio. Feliz
me siento.
Nada es pasajero. Es eterno. Viajando
años tras el origen de sus nombres y el largo de su pelo.
Pequeña y brillante. Diamante. Estrella.
La veo desde la cama y el ventanal. Sobre la cama junto al ventanal. Apretando con
sus manos mi espalda.
Solo ella y yo en ese lugar. Viéndola
de noche en secreto. Hasta que avance el tiempo. Hasta que una urbe se pueda
enterar.
Dientes contra labios. Manos en
la piel más arriba del estómago. Ella sobre mí. Meciéndose. Mirando hacia
abajo. Yo hacia arriba. Disfrutando de su olor en la nariz y la boca.
[1] Hormigas
Asesinas. Cortometraje de Alberto Fuguet (http://www.cinepata.com/peliculas/hormigas-asesinas/).