Convivencia
En ocasiones sentía que yo era su
rival. Como que competíamos en calidad de vida. A veces la importunaba. Le
molestaba que yo estuviera. Le caía mal. Era como una hermana mayor y
frustrada. Y yo, lejos de apenarme, me enfrentaba. Decía cosas varias aprendidas
en la escuela. Cosas que, según yo, ella no podía superar. Que eran sus trabas.
Que la hacían medio tonta y desequilibrada. Ella respondía. Se enojaba mucho.
Soltaba garabatos y, en el acto, golpes con algún objeto en particular. Eran
peleas nuevas. O sea, antes, estando mi padre, eso no pasaba. Pero fueron
intensas. Y fueron varias. Pero no duraron mucho. Dos años nada más. Dos años
de guerra de convivencia y relación familiar.