Prohibición
¿Y si estuviera eso prohibido?
Eso que ella y yo queremos que
suceda de forma lenta y gradual. Con más cariño que locura. Hasta que cada cuerpo
no pueda más de ansiedad. Hasta que el corazón de uno le pertenezca al otro. Hasta
el día en que juntos podamos caminar de la mano en veredas concurridas sin
importar las miradas y los juicios. Solo porque existimos. Solo porque me gusta
su vida y a ella lo que pienso.
¿Está eso prohibido?
Porque de ser así, una vez más,
nada me va importar. A mí al menos. Tampoco a ella. No sé a los demás. Y es lo que
menos me aterra. Me va encantar que no piensen bien y todo lo encuentren mal. Me
agradará la irreverencia que se nutre del amor. Los actos reñidos que no caben
en sus mentes llenas de moralina. De esa extraña intensión de no dejar vivir ni
soñar.
Quiero despertar y ser nuevo. Algo
nuevo. Alguien nuevo. Quiero tomar la mano de esa mujer que se presenta frente
a mí como la última entrega del destino. Y decir a ella que a su lado me quedo
para verla despertar por las mañanas. Y que al moverme, conmigo la llevaré. Solo
porque respirar depende de su atenta mirada.
¿Dónde estabas?
Es mucho el tiempo soñando tu
llegada.