Por una puta


Aun con su violencia mi tío era un tipo genial. Aún lo es. Ahora, ya más viejo, sigue diciendo que él es mi tío regalón. Y cuando nos vemos –que es poco- salimos a tomar cervezas. Él tiene una oreja partida por la mitad. Me contó que fue en una pelea que tuvo con un militar en una casa de putas. Obvio, fue por una puta. Estaba masacrando al uniformado fuera del local y éste le mascó la oreja en un acto desesperado. Así, por un tiempo, fue ‘el taza’. Lógico por lo demás. Mi tío decía que durante varios años, en cada aniversario de la pelea, le dolía la oreja partida durante todo el día. Y que eso le recordaba los costos de pelear. Dijo también que después de eso se cuidó más. Y que nunca más peleó por una puta.

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