Si los humanos tuviésemos alas (tercera edición)
Si los humanos
tuviésemos alas viviríamos en las alturas y a nivel del mar. Tendríamos casas
al borde de los cerros. Solo habitaríamos edificios. Y entraríamos por el aire,
raudos a nuestros departamentos.
El espacio crecería.
Viendo desde arriba los objetos. Caminando viendo a lo alto cómo cruzan otras personas.
Cómo otros vuelan.
Si tuviésemos
alas, éstas se desarrollarían entre la doceava y dieciseisava semana de
gestación. En ecografías, las orgullosas madres podrían ver los ojos grandes de
sus hijos, las manos pequeñas, el sexo y las nacientes alas.
La familia esperando
grandes y fuertes alas. Si el padre de ese niño tiene buenas alas, hay
esperanzas de que su hijo también las tenga.
Luego de nacer,
aprendemos a caminar, hablar, mover nuestras alas y volar.
En pre-escolar existiría
la asignatura de vuelo primario. Desarrollada por una mezcla profesional de
párvulo, psicomotricidad y educación física. Profesionales egresados de
universidades acreditadas.
Algunos niños
nacerían con las alas atrofiadas y habría tratamientos para ellos. Tal vez
incluso una campaña nacional de pseudo-solidaridad.
Otros,
simplemente nacerían con solo un ala o con una ellas a la mitad. Ellos serían
llevados a centros de rehabilitación donde corregirían sus alas o les darían
unas de metal, o de una aleación de uranio y fibra vegetal. Si contaran con el
dinero para costearlas. Pero que sólo les permitirían volar a dos metros de
altura. Quizá con un milagro un par de metros más.
Los niños con
las mejores alas irían al ‘centro de vuelo de alto rendimiento’. Allí
desarrollarían la destreza de volar, imitarían a los ídolos históricos del
vuelo. Alzándose, así, como cheques a futuros para sus papás.
Los niños con
buenas alas –pero sin dinero- nunca llegarían a las olimpiadas del aire.
Tal vez con
cierta beca. Pero va a costar.
Los humanos
usaríamos las alas para trabajar. Para volar y transportar gente pequeña,
encomiendas o para algún tipo de tráfico ilegal.
Habrían
voladores rápidos y respetados. Otros más lentos.
Los hombres con
alas más grandes correrían con mayor suerte. Triunfarían ante las mujeres de
alas delgadas, tersas y estilizadas.
Los de alas
pequeñas tendrían problemas para encontrar pareja. Alguno pagaría incluso por alas
intensas.
Las mujeres
agregarían cremas y perfumes a sus alas para cuidarlas. Las llevarían a la
costa para tostar sus bordes y lucir su sensualidad al volar. Alguna operaría
sus alas para hacerlas más delgadas y sensuales.
Su alguien
cayese en picada rompería sus alas y estaría un par de meses sin volar.
Trataría sus
alas en la ‘aéreo-traumatología’ y debería guardar reposo acostado de estómago
en su hogar. O colgado de cadenas en una camilla de hospital.
Si los humanos
tuviésemos alas nuestras ropas tendrían diseños para cuidarlas del sol, el frío
y la lluvia. Habría mochilas más anchas y algunos ‘sujetadores de alas’ para
aquellas que han perdido su fuerza.
Las modelos de
altas pasarelas exhibirían los diseños vanguardistas de ropa para alas. Sus
alas serían las más bellas del planeta. Las más cotizadas.
Algunos osados
competirían contra cóndores y águilas.
La historia contaría
de aquellos que lucharon contra aves mitológicas.
Alguno moriría
colisionando con montañas y quebradas. Por no ver bien, por un suicidio o por
la cruel fatalidad.
Algunos osarían
con sus alas llegar a la atmósfera, pero por alguna extraña razón sus alas de
doblarían solas y caerían en picada. La ciencia no lo explicaría. Diría que es
parte de la gravedad.
Otros
temerarios volarían solo con un ala y otros aprenderían a planear. A volar sin
mover las alas. Utilizando las corrientes, la adrenalina y las ganas de
libertad.
Los adinerados
llevarían a criogenizar sus genes de alas y otros las manipularían para
hacerlas aún más aptas para volar. Más rápidas, tremendamente aceleradas.
Ya en las
postrimerías de la vida las alas perderían fuerza, peso y cierta irónica
dignidad. Algunas perderían pelos y otras generarían más pelos en lugares donde
nunca los hubo en las mismas alas.
A algunos sus
alas se les caerían.
Otros tomarían
pastillas para no perder el uso de sus alas. Para la última oportunidad de
volar.
Otros donarían
sus alas al momento de morir. Pero siendo prioridad las que no vienen tatuadas
ni atrofiadas.
Nuestras alas
estarían en la espalda. Nacerían desde los omóplatos y llegarían en punta a
nuestra cintura.
Los japoneses
desarrollarían alas artificiales. Los chinos imitarían ese tipo de alas. Existirían
incluso esteroides para ampliar nuestras alas.
En Europa no
importaría la velocidad al volar.
En Latinoamérica
habría más choques en vuelo.
En África venderían
las alas caducadas.
En Asia no
habría registro de las personas que vuelan.
En Norteamérica
sufrirían atentados en al aire.
Si los humanos
tuviésemos alas viviríamos en las alturas.
Caeríamos al
mar a nuestro antojo. Por comida, por placer o por infinita voluntad. Conviviríamos
aún más con las estrellas.
Hasta quizás se
tocarían algunas de ellas.
Si los humanos tuviésemos
alas, habría policías enviados a cortarlas.