Una llamada Poética
Cómo lo hace
ella. Para sorprender cada vez que se acerca. Para ser una alegría. Una ansiedad.
Una inspiración.
La extraño. La
deseo. Como nunca ha dejado de ser. Ella. Un poema. Una aventura prohibida. Un sueño
platónico que solo es realidad cuando cierro los ojos. Cuando la busco en la
mente y el corazón.
Está. Siempre
está. Ella está sola. Pero lo oculta. Sola piensa en mí cuando lo necesita. En nosotros.
En los recuerdos de tardes enteras mirando el techo y a los ojos. En lo abrazos
y cuidados.
Se refugia
en su soledad. Visita el mar y las arenas buscando respuestas a sus eternas
preguntas. Buscando un compañero con quien hablar. Con quien al menos ser en un
minuto lo que ella quiere de su vida.
Su mirada. Su
independencia. Su autonomía. Son tesoros que albergo entre los hermosos
secretos de la vida. De la vida extraña que junto a ella siente compañía. De
esas extrañas vidas que coincidieron en sueños, alegrías y tristezas.
La comprendo
y ella a mí. Queremos vernos. Mirarnos. Acariciarnos. Pero no podemos. No en
esta vida. No ahora. No así. No aquí donde cada uno asume una existencia que no
le pertenece. Que ha sido impuesta. Empujada. Fabricada por otras manos y otros
pies.
Poesía es el
lazo que a ella me une. Un sol de brillo eterno que nunca me dejará. Porque en
la rapidez de nuestros encuentros hubo verdad y amor. Porque en la ruptura intempestiva
hubo pena y recuerdo. Porque en mi errores hay arrepentimiento.
Ella es una
virtud. Una admiración y un respeto. Su fortaleza la porta en su piel. En
sus marcas de locuras pasajeras. En los dibujos que cimentan su familia. En sus
ojos que no logro olvidar. En los humos que expanden sus pensamientos. En la
valentía que implica vivir una vida que no es completamente propia.
Ella. Una
hermosa poesía oculta. Anónima. Más significativa que todo aquello considerado
real.