¿Imprevisión?


“La alegoría –si se me permite el juego de palabras– trabaja como un “armario”: espacio donde los protocolos de lectura mecánica nos obligan a renunciar al goce (del cuerpo) del texto: en Casa de campo “nada es lo que aparenta,” pues, “tanto por lo que se deduce de la lectura, como por lo que conversamos en clase, parece claro que Donoso está hablando del Golpe de Estado de 1973 [–insiste la maestra]” (183; el destacado es mío)8. Cual lector de Barthes, Matías considera que el goce (de la escritura, de la lectura) solo es posible cuando el texto se desnuda ante los ojos del lector como una zona de imprevisión donde el determinismo contextual sea neutralizado, “las cartas [de los modelos que rigen la escritura/ lectura] no estén echadas” y “haya juego [interpretativo] todavía” (Barthes 12). Por el contrario, un texto escrito/ leído fuera del goce (es decir, encerrado en el armario de la alegoría [nacional]), “se diría que [apenas nos] murmura” (Barthes 13). Y –aún más– “ese texto murmullo [sería, por su falta de imprevisiones,] un texto frígido” (Barthes 13)””.
 
“Una lengua doble: así como conoce los mecanismos para “enmendar” sus desvíos, también conoce las tácticas para “gozar” más allá de las reglas”
 
Opazo, C. (2009 N°74). De armarios y bibliotecas: masculinidad y tradición literaria chilena en la narrativa de Alberto Fuguet. Revista Chilena de Literatura, 79 - 98

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