Lapso

En la fragilidad de las caídas en el mar se reflejaba su estado. Amaba caer al agua luego de deslizarse. No había nadie en la playa. Estaba solo. Mar alrededor. Olas que se ocultan y de pronto afloran gigantes. Y esa era su vida. Una solitaria diversión personal sin otro significado que los propios sueños.
Ya hacía tiempo se había preguntaba si sus gustos rentaban. Y era claro que no. No hacía cosas malas. Tampoco las había hecho. O sea, no tan malas. Estudió. Terminó su carrera y se tituló. Trabajó haciendo clases. Aún lo hace. Investiga fenómenos sociales y sus conclusiones sirven para mejorar las políticas. Escribe. Escribe harto. Lo hace más que otras actividades. Es buen amigo y buen hijo. Pero no buen padre y menos gran pareja.
Quisiera tener más, pero no le importa cuándo. Tal vez nunca –llega a pensar-. Y siente un orgullo solapado sin origen claro cuando proyecta una distinción que nunca conocerá. Le pasa a todos los grandes –dice-.
¿Le pasará a él? No lo sabe. Y en el fondo cree que no debe importarle.
¿Qué es crecer? ¿Qué significa ser grande?

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