Fronteras
Ahí juagaba con muñecos
articulados dentro de la casa. Siempre solo. Siempre fue más entretenido. Tenía
Playmobil, GIJoe, Thundercats, y Transformers. También soldaditos de plástico
color verde. Indios y vaqueros. Pelota de fútbol y calitas[1] con
equipos para jugar partidos. Hoy he visto incluso juegos para celulares que
emulan esa forma de jugar. Leía Condorito, Barrabases, Mampato y los tomos de Érase
Una Vez el Hombre. Y leí cada número muchas veces. Me los aprendía. O sea,
ahora lo sé. En ese entonces, me reía. Leí también libros como Ami, el Niño de
las Estrellas, Juan Salvador Gaviota, Palomita Blanca, El Último Grumete de la
Baquedano, Papelucho –pero del cual solo me leí dos completos y nunca más- y el
odioso Don Quijote de la Mancha. También el funcking
Vaso de Leche y cuentos de esos con diferentes finales, donde tú elijes el tuyo. Además de algunos
catálogos Avon de mi mamá con los cuales me masturbaba mirando las modelos de
lencería. En televisión veía Magnetoscopio Musical y, luego, Sábado Taquilla
con Jorge Aedo diciendo “número 1, número 1, número 1…”. Dibujos animados como
Espartaco, Tom and Jerry, El Conde Pátula, GIJoe, Thundercats, Transformers, El
Rey Babar –un noble elefante de la monarquía-, Candy, Remi, Marcos, Heidi, Los
Gatos Samuráis, La Familia Biónica, Los Looney Toons, El show de la Warner
Brothers, Los Pitufos y Los Snorkels. Series como El Chavo del 8, El Hombre
Nuclear, Batman, Manimal (ninguna serie se puede llamar así), Los Dukes de
Hazzard, Lobo del Aire (Airwolf), Magnum, The Amazing Car, MacGyver, La Mujer
Biónica, Los Magníficos, Invasión Extraterrestre, Área 12, El Hombre Araña,
Chips (patrulla motorizada), Kojak, Hotel y el Crucero del Amor. También
programas infantiles como Cachureos, El Profesor Rosa y Nube Luz, programa
peruano que era animado por mujeres muy bonitas con las que también a veces me
masturbaba. Carrusel, El Árbol Azul y Salvado por la Campana (Saved by the
bell).
Ok. Lo sé. Es una pobre parrilla.
Y sobre todo muy mala. Pero uno no elije. No en ese momento a lo menos. No
había cable y solo dos canales abiertos. Recuerdo que un amigo, ya siendo algo
mayor, Renzo es su nombre, contó una vez que, en la primera instalación de
cable en su casa preguntó a los instaladores si podían rebajar el precio del
servicio dado que los canales del Perú, en su casa, que eran como tres, ya se
podían ver. Mal. Nos cagamos de la risa. Estamos hablando de Arica. Por si no
lo mencioné. Y esto era posible gracias a una antena hechiza a base de tubo fluorescente que, unida a un palo e instalados
ambos en el techo, hacían que el televisor captara señales internacionales. Mal
que mal, Tacna y Arica –la región natural-
están a cuarenta y cinco minutos por carretera.
[1] Tapa (chapa)
de bebida acondicionada con los
colores de un equipo de futbol. Más el nombre, el número y la foto de un
jugador recortados de un diario. Envueltas en papel celofán blanco, tapadas por
debajo con cartón o, a veces, cera de vela, para hacer al “jugador” más pesado.
Los arqueros eran tapas roscas. Los arcos, envases de casatas (helados) cortados
por la mitad y el balón un botón. La cancha… todo es cancha.