Diez mandatos

(Diez mandatos o la construcción de un destino, 2008. Segunda revisión, 2013)


Crea un hogar con los pedazos de salino líquido ocular. Forja una mazmorra con el iracundo sudor. Sube y ya no bajes más. Deja tus pies donde las sirenas toman el sol. Y di a sus oídos que extrañarás sus besos.

Ya no bajes, quédate arriba muy arriba. Allí en la espalda del lienzo raso pintado de claro azul y fuerte rojo. Quédate en el dedo de la creación. Descansa sólo un poco y duerme solo sin imaginar. Ya no bajes, aquí nadie espera destruir la sociedad.

Es un escenario de vidrios y luces. Una tela de bellas mujeres desnudas. Son sólo pequeñas esferas que nadie percibe luego de la explosión. Y por tu rumbo deambulan piedras, rocas y serpientes. Pero tu cintura sabe girar. Y tus manos saben golpear.

Por eso ya no seas insolente. Sino mejor pasa al bando de los asesinos. O crea tu capa de súper héroe. Y roba las ropas de los prósperos, dejando la comida para tus amigos y las sábanas para tu ego.

Y qué hay en esto que ya no hubieses cantado. Si de las pruebas del infierno ya te habías graduado. Pero cediste por la moral que parece mochila de estaño. Y porque había un pedazo de humano en tu cerebro.

Y ahora lamentas que las cadenas del sistema se rían de ti. Si acaso no las absorbiste como licor en la arena. Dejando pasar su gusto, pero olvidando su olor. Y ahora rabeas de tu esfuerzo de integración. De tus ganas de ser normal. ¡Púdrete! Pecaste de hijo ilustre y buen ciudadano, cuando debiste ser un irreverente ladrón de damiselas y un temible destripador de acomodados.

Mejor ya vete y posa tu cuerpo en las alturas de los pensamientos. Porque sin autos estos esclavos no avanzan y tú no sabes manejar.

No, no puedes correr y fugarte. No puedes sólo nadar y no mirar atrás. Quisieras ser mal educado. Pero ni siquiera odias a los que hacen daño.

Mejor vete y sacude un poco los polvos de otros planetas. A ver si de ahí surge un arma poderosa. Que haga de tus piernas una innecesaria forma de transportar.

Sólo la ira tiene tus dedos apuntando oportunidades. No hay nada más que una pizca de amor paternal. Que deja sus huellas en parte de tus neuronas. Pero de ser aves en la oscuridad. Éstas no brillarían y sólo echarían a volar.

¡¿Qué?! ¿Quieres poseer descendencia? ¿Quieres hijos a quienes amar? ¿Quieres suaves manos que acaricien tus pies con aceites y cremas? ¿Quieres billetes y salivas nuevas que no pregunten tu nombre?

¿O de verdad quieres brillar?

Rompe sus coches.

Saca sus ropas.

Roba su comida.

Rapta a sus hijas.

Sacude sus camas.

Ensucia sus baños.

Derrumba sus casas.

Destripa sus mascotas.

Quiebra sus finanzas.

Quema sus biblias…

Luego sólo sonríe y ponte a viajar.


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