El mensajito tierno
El
abrazo fue fuerte y apretado. Apurado y ansioso. Fue directo a apretar su
espalda y mojar su boca con sus labios rojos. No hubo para él mejor instante.
Al tenerla sintió su corazón acelerado. Casi como un tambor pequeño que busca oírse
en la ciudad. La tomó. La abrazó como la primera vez que lo hizo y como si
fuese la última que pudiera lograr. Solo recién se habían visto. Apenas estaban
en la sala del edificio. Se miraron, sonrieron, se besaron candentes. Luego
subieron al ascensor.
No
podía dejar de tocarla. Agarrar todo su cuerpo. Apretar curvas y recovecos.
Ella era feliz. Entregada estaba a sus manos grandes que tanto le gustan. Lo
recibía con ansias, con pasión y cierta locura. Y sí fue un momento de locura.
Eran pasadas las dos de la mañana y hacía meses que no se veían. Felices se
miraban y no dejaban de juntar sus bocas. Todo partió con un inocente mensaje
de texto. Para finalmente terminar haciendo el amor hasta la salida del sol.