El amor hace pozas
El amor hace
pozas de agua. De líquido fluvial intravaginal. El amor esparce agua viscosa.
Baja cuan cascada mágica precedida de los gemidos. Posa bajo las piernas una
laguna pequeña que mengua absorbida por las arenas de una cama. Y esa cama
queda impregnada. Y esa pieza queda con aroma desquiciante y pasional. El amor
hace pozas mientras se derrama. Mientras cae entre piernas que tiritan. Mientras
caen también los gritos de placer terrenal. El amor saca las aguas, las abre, las
encoje, las ventila y las seca. El amor hace de todo por nuestra supervivencia.
El amor hace
pozas de agua y lluvias de sangre. Hace de un corazón una bala candente a punto
de expirar. Hace agua la boca y esparce agua sobre la boca, sobre los labios,
sobre la espalda. El amor empapa, gotea y se escarcha. El amor hace pozas de
agua dulce y salada. Dulce como la pasión que lleva a hundirse en su mar de
piel rapada. Salada como la savia al momento de tragar. El amor genera albercas
profundas donde no llega la luz. Donde salpican deseos y experiencias. Donde
quedan las manos atadas que nunca han de soltar la ansiedad de respirar bajo el
agua.
Porque el amor
hace pozas. Y yo busco existir hundido en su canal…
El amor hace
pozas de agua. Y mi boca se hace agua cada vez que la abrazo. Mis ojos brillan
en su compañía. Mis manos felices la acompañan. Su amor hace pozas de amor en
mis pupilas. Y hace de mí una bolsa que flota al viento. El amor me lleva a su
vida. Y el amor me hará nunca dejarla. Yo feliz vivo en sus pozas de agua. Yo
feliz me hundo y muero sin respirar…
Feliz soy contigo mi dulce Natasha…