Danza franca
Portarse de una manera frente a
un rostro hermoso.
No desear lo deseado, no apetecer
la piel que apetece.
Sin moral, sin reglas, sin ética.
Ganas de rebeldía y honestidad.
Romper con todo, con lo necesario.
Romperla con amor, con ternura.
Sonríe, abre sus ojos. Me observa,
yo a ella.
No es una relación, no la que yo
quiero, tampoco la que ella espera, creo.
Incómoda depravación la que
siento ahora. Elegante e inoportuna.
Es una niña, yo no. Es una mujer,
digo. Adulta, quiero decir.
Me gusta.
¿Yo a ella? No… No sé… No creo. A
veces lo creo. Lo quiero creer.
Miro sus fotos. Y espero no lo
sepa.
Pienso qué hacer. Quiero hacerlo.
Conocerla, sentir su aroma, mojar su piel.
No se puede, no puedo, no aquí.
No ahora, no de esta forma, no en
este lugar.
La deseo. No se me pasará.
Deberá saberlo. Tiene que.
¿Renunciar? Tal vez.
No a ella, a la
institucionalidad, eso es.
Si vieses mi corazón –pienso
ahora que te veo- verías franca e impúdica vergüenza.
Tú que danzas. A ti que te veo
inocentemente ansiosa.