El hermano
Él, mi hermano, llegó un
día en la tarde a mi casa. Yo había escuchado de él. No mucho, pero sabía de su
existencia. Un día golpearon la puerta y era él. Preguntó por Alejandro. Yo le
dije, ¿cuál de los dos, el padre o el hijo? Y señaló, ‘no importa, da lo mismo,
soy tu hermano’. Así tal cual, con una perso
enorme que nunca más mostraría. Él tipo éste venía en su viaje de joven a
conocer a su papá. Tenía algo así como veinte años o un poco más. Yo respeté
sus motivos, cualquiera haría un viaje así y para eso –pensé. Pero mi padre no
lo pescó, honestamente, hay que decirlo. No fue para nada buena onda con él y
tampoco le agradó mucho su presencia. A mí me encantó su actitud, pero ahora
que lo pienso, pudo ser mejor. Pudimos ser mejores… Estuvo casi tres semanas.
Paseamos al lago Chungará y el volcán Parinacota, también fuimos a la playa. No
hubo tanta interacción. No hubo mayor cercanía. Se fue un día. Se despidió
cortésmente y no volvió más. Nunca más supe de él… mal.
Recuerdo que me dejó
unas zapatillas Adidas azules de regalo…