Locaciones... Buscando-me

Cómo iba yo a escribir de ‘Locaciones. Buscando a Rusty James’. Yo. Que de crítico, nada. Y más encima pretender enviar esto a una especie de concurso de cinéfilos.  Cinépatas, mejor dicho. Y con la plena seguridad de, al menos, ser leído. Pero ahí estaba –ahí estoy- pretendiendo iniciar la crítica de un ensayo cinéfilo que un narrador hizo acerca de una de las mejores películas de F. Ford Coopola.
De ‘La ley de la calle’ mucho no recuerdo, solo el rostro de Matt Dillon (Rusty) al caer al suelo golpeado en su cabeza. Recuerdo la sangre gotear hasta el suelo, pero la recuerdo en color y no en blanco y negro. Nada más, solo eso. Me impactó. Creo haber pensado que quería yo recibir un golpe como ese para caer el suelo de esa misma forma. Qué estilo para morir. Y más encima enfocado desde el suelo. Nada más que la vida puede ser una película –pensé-.
Y sí. En ‘Locaciones’ aparece la escena. Tal cual. Y luego de aquello asciende el alma (o algo así) de Rusty mientras es robado en el callejón. Ya me había gustado el ensayo de Fuguet, pero al ver esa parte, obviamente, más conecté. Bien, al menos no solo yo recordaba otra escena que no fuera la de los peces. Y esos sí eran de colores. Pero en fin, la de los peces es una linda escena también. “Mucho corazón”, como dice uno de los entrevistados.
Volviendo a ‘Locaciones’, está claro que sí es de Fuguet. No hay duda de eso. Es su voz, su relato, sus formas. Al verla te sientes solo y recuerdas que solo estás en el mundo. Aun cuando no es una novela. Y lo más bello es que eso te gusta. Eso de estar solo, digo. Quién otro si no este autor para embellecer la soledad.
¿Y qué le debo yo al gran Fuguet? Pues eso, haber dado voz y gloria a los perdedores. Haber establecido que estar solo, sin objetivos, sin encontrarse, puede ser también un gran estado de vida y un orgullo de postura existencial. Genial. Por eso digo que el tipo éste –Fuguet- representa una generación. Bueno, por lo menos me representa a mí. Me identifica. 
No sé si Rusty James o el chico de la moto podrían ser un personaje de Fuguet. Pero sí sé –porque lo sentí- que al oír su relato en el ensayo y ver las imágenes de Tulsa desde un vehículo, aparecen por sí solos Ariel Roth (sobre una bicicleta) o Gastón Fernández (caminando con las manos en los bolsillos). O que quien pasea por Tulsa en ese auto es Simón (Road Story) o Alejandro Tazo pensando cómo volver a Chile. Por eso digo que sí es de Fuguet., porque cada vez que lo “lees” o lo “ves” aparece ese mismo placer de no saber quién eres y esa misma certeza (¿certeza?) de que cierta soledad y cierto autismo reafirman la propia personalidad. Y que no por eso eres una mala persona.
‘Locaciones’ gusta porque es una búsqueda. Para Fuguet una búsqueda de lugares y espacios que le son familiares, pero es obvio que se busca a sí mismo aunque lo niegue. No sé si lo niega en realidad, pero imagino que alguna vez le han criticado el hecho de huir de la vida y de la realidad. Para mí es la búsqueda de una voz válida y legítima, tal vez más válida que la mía, que me permita no sentir vergüenza de mi propia vida y de mis propias huidas.
Él lo dice en la narración cuando recuerda que fue expulsado del taller de J. Donoso, cuando asume que su vida, sus gustos, sus errores, sí pueden ser de interés. Y que tal vez sí tenga algo que contar al mundo, algo que decir que sirva a otros, como yo, para no sentirse mal –a veces- por cierta desadaptación. La historia le dio la razón. Y a mí me dio un apoyo. Ariel Roth dice que “él no la hizo”, pero que tampoco está tan mal. Gastón Fernández, cuando le pasa un demo a Balbo, dice que le “da un poco de vergüenza, así que debe estar bueno”. A eso me refiero, al orgullo de hacer cosas que a lo mejor no rentan mucho, pero que gustan y tienen corazón. Por eso son decentes, gloriosas y una evolución de las personas.
Las tomas en las calles de Tulsa son los ojos de sus personajes. No importa que en ese momento sea Fuguet buscando locaciones de su película favorita, o Tazo buscando qué hacer en Nashville, o Álvaro Celis en su moto yendo a buscar a su hijo Pablo “Honey” al aeropuerto. Da lo mismo. Lo que importa es el momento. Es estar ahí y observar. Es conducir y pensar y recordar. Enrollarse, asumirse, gustarse. Lo que importa es que sientas, que te sientas, que vivas la felicidad y la belleza de ver en la vida solo aquello que te gusta. Sin cuestionar tanto cómo seas. Johnny Marco (Stephen Dorff en Somewhere de S. Coopola), al bajar de su auto en la última escena, refleja aquello, creo.        
Si he de estar del lado equivocado del río, feliz estoy de aquello. Gracias entonces por eso, narrador. 

Locaciones: Buscando a Rusty James
Dirección: Alberto Fuguet

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