Opciones

(…), a veces, pensaba que lo que tenía que suceder era que pasara el tiempo. Esa era la única solución real. Que Pablo creciera más, que tuviera una profesión, algo de dinero, independencia, un auto, nuevos amigos. Ojalá optara por algo creativo, analizaba en sus desvelos, pero también eso le daba miedo: dedicarse a crear no solo era peligroso, sino que podía conectarlo aún más con eso que no entendía del todo bien y que lo partía en pedazos. A lo mejor lo ideal fuera que Pablo estudiara una carrera que lo contuviera, que no lo frustrara, que le diera seguridad y horarios y anonimato.

Aeropuertos (Alberto Fuguet, 2010, pp. 107 – 108)


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