¿…Buscando…?!
No se encuentran, no se
encuentran. Temen a la vida… Van por ella sobrepasando miedos o entrenando para
hacerlo. La idea es agrandar el cuerpo y con ello el alma (qué es eso). Hacerse
capaz, más grande, más fuerte.
No encontrase no ha de ser tan
bueno, asumo, pero ellos son entretenidos. ¿Cómo alguien pudiese saber
exactamente quién es en un mundo como
este? No encontrarse, no saberse, no conocerse, no parece un requisito para
vivir. Y así son tanto más interesantes. Van en contra. Y así la alegría toma
mayor satisfacción. Mayor es el orgullo del sarcasmo cotidiano. La ironía que los
lleva a estar sin pertenecer.
¿Qué es la urbe? Un no lugar…
¿Qué es la ciudad? Un no lugar…
¿Qué es el mundo? No se sabe… Algo
ha de ser. Tan extraño como respirar.
Se atraen quienes no se
encuentran. Quienes viven a veces intentándolo y, obvio, sin conseguirlo. Se
acercan porque en su búsqueda despliegan alegrías, tristezas y vergüenzas. Las
toman y las convierten en creatividad. En un arte vital que a ellos importa.
Que puede ser social, pero es más terapéutico. Una necesidad de sobrevivencia.
Mientras buscan sentido temen
perderlo. Hurgan y pierden, hurgan y encuentran. Nunca conformes, sienten la
necesidad de abandonar. De detener el respiro y el reflejo de la luz en los
ojos. Sin embargo, en esa búsqueda despliegan energías. Van creando. Van
construyendo un sentido, un significado que nunca fue forjado desde su
nacimiento. ¿De quién es la culpa? Eso qué importa. De los heridos surge el
arte mundial.
¿Qué es mejor? ¿Un trabajo
estructurado, con plazos fijos, horarios demarcados? ¿O un trabajo creativo,
suicida y desafiante? No se sabe. Se interesan en su anonimato, pero ninguno
quiere vivir haciendo lo que sea, o sea, cualquier cosa. Quieren ser personas,
alguien, alguien para su vida, para su orgullo, para su gloria.
Se orbitan quienes no se
encuentran porque no creen en verdades absolutas. No soportan tanta claridad y
planificación, menos objetivos y proyectos de cualquier plazo. Se respiran en
tiempo presente, en un lapsus donde cualquier elemento vivo los haga vivir, o
llorar, o reír, o violentar. Mientras ellos son
se preguntas quiénes son y dónde van. Y al llegar al final de cada
día nunca obtienen una respuesta. Vibra aquello, rima en la urbe. Brillan ellos,
se divierten, se despiertan. Los que no se encuentran.
¿Quién no está herido? Ellos
vuelan con alas rotas. Pero vuelan. ¿Acaso está asegurada su felicidad? ¿Qué es
la felicidad? Parece un nombre, no un estado.
¡Soy feliz! No, no lo pueden
decir. No pueden no más. Pero digamos sí que trabajan en ello… De lograrlo un
día, lo publicarán, si no, morirán intentándolo, haciéndolo.
Vivir entonces es entrenar. Es
desplegar una búsqueda infinita, eterna, universal. Ellos entrenan, andan en
ello. Se preparan para eso, ¿para qué? No se sabe… De encontrarlo tal vez lo
sabrán. De no llegar morirán preparados… ¿Para qué? No se sabe…
Y ahí están y ahí van. Entre
pensando, investigando, hablando, escribiendo, presentando, diseñando, corriendo,
creando, golpeando, revolcando, nadando, pedaleando, entrenando, estudiando,
leyendo, ejercitando. Se aprestan a la muerte librándose de ella. La buscan
conforme la evitan. La desean, pero no saben si tan de verdad…
Y ahí están y ahí van. Buscando
un sendero que construyen en la marcha. El día que vean un final no les va
gustar. Capaz que ni siquiera se den cuenta. Entrenan, entrenan, entrenan.
Entrenan para la guerra, para la catástrofe, para el final de la existencia.
Para morir listos y comenzar otra vez. Molestos, ansiosos, con ganas de ser siempre
libres…
Quienes saben qué hacer con su
vida y por qué hacen su vida de esa manera, no lean. Preparados no están para
no ser nada en el concierto universal… … …