Noche sin fortuna

Documental: Francisco Forbes – Álvaro Cifuentes

Qué documental más hermoso, más extraño, más valiente, más real. Qué gran final con Atmosphere de Joy Division. Todo un objeto psicológico. Una sesión. Una terapia dura que deriva en sublime nostalgia y tierna pena. Genial. Contada con pedazos de obras de cine, literatura, teatro, cartas y registros audiovisuales. Toda una técnica, asumo, que en este trabajo queda perfecta. Gran producción. Uno simpatiza con esta forma de contar una historia. ¡Y qué historia!
Agradezco la oportunidad de tener una noche sin fortuna. Mi noche sin fortuna, sobre todo un viernes. Y de paso entender por un rato un montón de cosas. Y luego tal vez relacionarlas con mi propia vida.
Esta Noche sin Fortuna es excelente porque intenta ser racional. Porque presenta la historia sublime, extraña y ejemplar de Andrés Caicedo, casi como si fuera un estudio de caso. Toda una unidad de análisis. Una exploración a la fina frontera entre el arte y la ciencia, entre la genialidad y la locura, entre la libre naturaleza y la celda cartesiana. El conocimiento y la luz que determinan el relato de una existencia mágica y, tal vez, inexplicable, bajo la estructura de un documental. Un trabajo espectacular. Una cosa exagerada: él (Andrés), sus amigos, los realizadores, todo. Buen material. Superior, suicida, honesto.
Informo que haré un cuestionario –e intentaré validarlo legítimamente ante la ciencia- de las preguntas que responden los niños Lemos. Ese registro es una intersección de atisbos de arte y atisbos de ciencia. Y luego incluso lo responde uno de ellos años después, lo que implica un seguimiento. La opción de comparar los resultados de uno y otro año. ¿Y esto para qué? No lo sé, pero quedé con una profunda reflexión psicológica luego de la película… el documental. Sin embargo, lo que importa –o puede ser más interesante- es hacer el cuestionario, diseñarlo y aplicarlo. ¿Para qué? Obvio, para analizar resultados e interpretarlos. El suicidio, la autodestrucción, la locura, como todo acto universal, siempre son un presente. Creo que aplicar el cuestionario en la actualidad llevaría a la obtención de reveladores y esclarecedores resultados. Hasta sorprendentes, tal vez. A mi parecer, en Chile nunca se sabe.
Foucault señala en su Historia de la Locura que ésta reemplazó a la lepra. Y que los leprosarios cambiaron su giro a manicomios. Y, obvio, al margen de la ciudad. ¿Dónde? En Francia, Inglaterra, Alemania... por allá en Europa, en la cuna de la ciencia moderna occidental. Entonces, me pregunto, ¿cuántos en realidad en un manicomio son bellas personas? Tal vez varias, tal vez todas. ¿Cuántos tienen dentro de sí miles de conocimientos que entregar? ¿Cuántos no fueron –no son- comprendidos con ningún tipo de método o técnica? ¿Cuántos de ellos están fuera de la lógica cordura política y científica? Y, por ende, ¿o viven mal, o se van/se pierden, o se matan, o se realizan, o son/se convierten en estrellas?
¿Qué es la locura? ¿En cuál de los extremos del estado mental aparece la enfermedad? Porque la locura es una enfermedad, ¿verdad? Aprecien eso cuando Patricia Restrepo lee la última carta de Andrés. Esa carta es una marejada. ¿O acaso es la oscilación y la incertidumbre mental más compleja que todo sistema económico y político? ¿Y que, por lo tanto, algunas mentes quedan fuera del sistema?
¿Fuera del sistema? ¿Irse del sistema? ¿Irse? ¿Fugarse? ¿Morir?
Foucault también hizo la Historia de la Sexualidad. Aquí también aparece. Y como todo acto natural, es un factor decisivo exclusivamente único en la vida de las personas y las sociedades. Y nuevamente así el documental da en la matriz de las más altas virtudes y perversiones de la vida: la sexualidad. Y la mezcla con nuestra atadura intelectual al sistema: la belleza de pensar. La atracción atómica aquella que puede incluso partir imperios y derribar sociedades, solo Dios y el sexo han transformado tanto la humanidad. De lo último habla Miguel González en su departamento de Cali. De la pasión y ambición por el cuerpo y la inteligencia. Fuente de belleza, creatividad y delincuencia.
Andrés cineasta, escritor, guionista, dramaturgo, actor, cinéfilo, un tipo desquiciada-mente completo. Un príncipe urbano de paso por la tierra. Una inyección contra la moralina, la maldad y la reprimenda. Un cosmonauta, un extraterrestre. Un pionero y adelantado ejemplar tartamudo cuya presencia y recuerdo, al parecer, por lo que se ve, conmociona hasta las vísceras a quienes lo conocieron. Su influencia en ellos, su presencia en ellos, es impactante.
Gran documental, una dialéctica cinematográfica y científica coherente. Bien hecho, buen cine, un trabajo serio, con escuela. Y con una historia magnífica.
Hay que difundirlos, hay que verlos, hay que leerlos.                  
La humanidad necesita de esto, las personas, los países, la ciudad, esta ciudad, yo… 

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