La oportunidad hace al suicida
Caí sentado. Con lo
peligroso que dicen que es eso. Más encima me fui hacia atrás. No alcancé a
salir bien de ahí. Maniobré tarde y me fui con la ola. En el aire ya sabía lo
que venía. Estaba por sacarme la chucha. Solo alcance a bajar algo las manos
para aminorar el golpe. De pronto, sentí la roca entre la espalda y el coxis y
luego la cabeza. Todo mal.
Ahora, esta pequeña
muestra de sangre que brota sale de la médula que se forma entre los miedos y
la valentía. Esa ha sido la vida, la mía, hasta ahora. Mucha médula tengo para
botar. La veo escurrir por la roca junto al dolor que tengo. Puta que duele.
Pero se ve lindo la sangre mezclándose al mar. Estoy helado, pero no tengo
frío. Estoy aturdido y medio avergonzado, entero avergonzado en realidad. Me
siento imbécil y levemente orgulloso. Me ahuevoné, lo merezco. Me ahuevoné
pesado, pero es coherente con estos días. Merezco el dolor.
La verdad no quería dolor,
quería morir. Pero no lo había planeado, se me ocurrió ahí. Ahí en pocos
segundos. No quería morir en ese momento, pero ya que estaba cayendo, tenía una
oportunidad para quererlo. No quería chocar, mejor morir con dignidad. Pero
como siquiera caí tan fuerte y en el fondo de mis sentidos y la moral sabía que
no iba morir (ni cagando), entonces, cual acto inconcluso, como no morí, me
saqué la chucha, ¡obvio!
Me explico, ahora, precisamente
ahora, he pensado en quitarme la vida. Pero no es lo único que he pensado. Esto
más bien responde a un accidente. Lo reconozco, me caí, me saque la cresta por
pavo, pero yo le busco más sentido. Lo que pasa es que cuando vi que iba
chocar, me dispuse a aprovechar de morir, ¿se entiende? O sea, no era mi
intención, para nada. Solo que justo me caí –de imbécil- y supuse –en el aire-
que podía ser un buen momento, una buena oportunidad, algo así.
Obvio, como dije, no morí.
Solo me saqué la chucha, ¿patético? Puede ser, qué importa. Algunos creen que
las cicatrices le gustan a las mujeres y espero que eso sea cierto. Al menos algo
bueno de todo esto, espero. De verdad espero que así sea.
Pero bueno, debo reconocer
algo, ha estado dentro de mis pensamientos y proyecciones mentales suicidarme.
Pienso que de tener una escopeta cerca habría pensado cómo usarla. Algo así
como ‘la oportunidad hace al suicida’. O al menos es lo que intenté ahora que me
sucedió esto en la playa. Esto de caerme, digo. Pero reconozco que es parte de
mil cosas que pasan por una cabeza, por un corazón, por una persona. Ahora
bien, he pensado en la muerte más que en otros períodos, eso es cierto, pero no
es preocupante. Y espero que no aún. Espero que nunca lo sea. Espero… Total, hoy
quedó claro, no quiero hacerlo… O le tengo mucho miedo.
Extracto “Ya es. Una
trayectoria” (en revisión)