Transito

¿Y entonces, qué haces?
Cambias de vida, de ángulo. Vas por más dinero, si quieres. Un viaje largo a diario, destinos ultra lejanos, cielos limpios y estrellados…
Nada que haga mal.
Pocas ropas usadas. Mantienes el color de la piel. No te odias, no eres un tonto. Dices que no. Preguntas quién eres. Preguntas quién es. Cultivas la prestancia. Promueves el coraje. Despliegas el poder.
¿Duermes acaso?
¿No puedes conciliar el sueño por una lujuriosa mente precoz? ¿Debido a la pseudo-voluntad anónima?
¿Qué pasó con la luz? ¿Qué paso con la inteligencia?
¿Acaso hoy siendo un niño luchas entre comodidad, realización y certeza?
¿No tienes tu ventana y tu casa? ¿La rabia domina, mata, carcome?
Te ves así y más de mil almas sonríen. Tras la casa otras hienas salen al jardín, a las plazas y almacenes. Salen a contar lo desilusionante que fue viajar. Que la vida son labios y bocas, miradas al cielo, sueños y destellos tiernos. Que solo a veces se atina, solo a veces se habla de verdad.
¿Luchas porque piensas que se te debe algún respeto?
Vas digno como burócrata que vive del silencio de otros, de la ternura de las mujeres, de los ignorantes hombres, de los logros obtenidos a fuerza de adaptación…
Nada que haga mal.

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