Día de…
Sonia, la madre de Ariel y
Carlos, era ruda y mal educada. Su pasión era pelear y su mayor orgullo golpear
a alguien. Su rostro era duro y sesgado. Siempre el ceño fruncido y los ojos
fijos. Parecía un animal de pelea, un perro –perra- de caza. Era baja, muy
blanca y tenía una voz aguda insoportable evidente en casi todo el pasaje.
Paula, la madre de Paulina y
Mariana, era gorda, promiscua y arrebatada. Siempre en la calle, parques o
plazas. Su vida estaba más afuera que dentro de la casa. Vibraba con cada
hombre que la besaba. Enamorada hasta los huesos. Siempre hubo un nuevo padre que
aprender a saludar.
Silvia, la violentada. Madre de
Viviana, Patricia y René. Su vida estaba en la venta ambulante. No era mala,
sino tonta. Queno, su marido, la golpeaba más que a una pelota. Siempre estuvo
en las esquinas llorando. Nunca se divorció y siempre aguantó. Incluso Sonia un
día llegó a golpearla.
María Carmen, la del frente,
madre de chico Aldo. Flaca hasta decir basta. Histérica y primeriza. Abandonada
por su hombre y su hijo, nunca supo cómo quedó sola en medio de una casa.
Enloqueció luego de la separación con su marido. Una vez sola, su vida deambuló
entre el alcohol, las drogas y la vida en soledad.
Silvia, la loca. Esposa de un ex
comando y actual jefe de seguridad. Era sobreprotegida y vigilada. Deseo de
otros hombres, se paseaba en poca ropa entre las calles de tierra. No tuvo
hijos, solo amantes. Su marido se peleaba cada mes con un distinto galán. De
loca no tenía nada, era más bien personalidad.
Margarita, la Magi, la favorita
de los niños del pasaje. Madre soltera de esfuerzo constante. Tenía dos
poderosos senos que pudo heredar a la mayor de sus hijas. Nunca se le vio con
un hombre. Nunca se supo quién fue el padre. Solo se le vio trabajar y solo un
día cortarse las venas, pero nada más.
Madre hay una sola. Las hay
fuertes y hermosas…
Feliz
día señoras...