Café
Y ahora. ¿Solo otra vez? ¿Acaso
eso duele?
Las preguntas deberán de salir
solas de su cabeza. Siempre hace la misma. No me escucha, nunca lo ha hecho. Es
mi hermano, pero no lo conozco mucho. Tampoco es que él esté mal. Él no está. Eso,
nada más.
Hoy, cuando terminó la reunión en
la facultad, fue por un café con Antonia. Ella le gusta. No lo admite, pero sé
que es verdad. Siempre dijo que era una mujer brillante, que le encantaba. Pero
ella nunca tomó en serio la forma como él vivía. Algo obvio creo yo. Ni siquiera
él toma en serio su propia vida.
Sin embargo, hoy fue distinto. Al
menos su rostro no era el mismo cuando lo vi regresar del café. Parece que
hablaron. Según él, pareció uno de esos momentos cuando sabes que vas a atinar
con alguien y que solo es cuestión de tiempo. A veces puede ser bueno. Pero en
este caso ese tiempo tiene
involucrado un tercero. Mal.
¾
Ella dijo que habían hablado bien. Que en
ocasiones las relaciones terminan. Que uno no está siempre con la misma
persona. Y que lo había entendido.
¾
¿Y tú que dijiste?
¾
Yo la miraba…
¾
Huevón.
¾
Justo la llamó. Después de contestar, ella le
dijo ‘por ahí’. Obvio el huevón le preguntó dónde estaba. No sé por qué me
gustan las minas que tienen que soltar otra rama.
¾
Huevón poh.
¾
¿Que sabí voh culeado? Pero me achaca la
huevada. Yo quiero estar con ella. Y parece que ella también. Pero está
esperando estar segura de que no va quedar sola. Qué lata.
Ahora que está –estamos- más grande,
sus preguntas parecen ser más existenciales, o fundamentales al menos. No pensé
que lo vería confundido en su soledad. No había tipo más seguro que él años
atrás. Hoy mi hermano parece estar más chico y yo más grande. Tanto que lo
admiré. Tanto que él dejó pasar.
Ya no gana todos los días. Asumió
que existía un humano tras esa estampa de seguridad. Ahora que nuevamente está
solo (solo, digo, sin pareja estable, porque ese huevón siempre ha estado solo
desde que nació) lo veo tener una pizca de miedo real: no quiere terminar como
nuestro padre.
Su cara de miedo es tan real que conmueve. Eso no lo puedo negar. Mi hermano es transparente. Antes, cuando no le importaba nada, su compromiso con la indiferencia era admirable. Impactaba a veces a otras personas. Su personalidad paralizaba o incomodaba. Ahora que su miedo es también real, es también admirable el nivel de soledad que puede llegar a tener una persona.
Su cara de miedo es tan real que conmueve. Eso no lo puedo negar. Mi hermano es transparente. Antes, cuando no le importaba nada, su compromiso con la indiferencia era admirable. Impactaba a veces a otras personas. Su personalidad paralizaba o incomodaba. Ahora que su miedo es también real, es también admirable el nivel de soledad que puede llegar a tener una persona.